Nombre:
Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 9 de febrero de 2012

¿A qué estamos jugando?

Por Alfredo Ferrarassi

Sostenía el recordado periodista Víctor “Negro” Brizuela, que “los goles que no se hacen en el área rival después se terminan pagando en la propia”, esa como otras sentencias salieron de la sabiduría popular de quien transitó las calles de su Bella Vista natal y después las de toda Córdoba, sin embargo las mismas no se limitan solamente al fútbol, ya que por carácter transitivo pueden aplicarse a las cosas de la vida y eso es lo que pretendemos hacer en esta.
Los conflictos cuando se producen deben ser solucionados de inmediato, porque al dilatarlos se pueden suceder una serie “efectos colaterales” que terminan siendo más perniciosos que el propio mal. Esto es lo que sucede en estos momentos con una disputa que puede llegar a convertirse en la punta de un iceberg que al no haber sido atendido en su momento, tal cual lo adelantáramos en una nota aparecida en el Ecos de Punilla del 14 de diciembre de 2011, en la que abordábamos a instancia de lo que nos solicitaban varios atribulados vecinos dedicados a la artesanía, que padecían desde hace un par de años una sucesión de acontecimientos sumamente desagradables, pero el pedido de la madre de una de estas persona, la cual tiene familia a cargo y se haya aquejada de una grave dolencia, es la que nos motivó a contar lo que estaba sucediendo, ello parece haber molestado a varias personas y por diversos motivos, pero que no hace más que demostrar que la situación no ha sido resuelta y que tarde o temprano tendría el desenlace que tiene, la posible judicialización de dos causas y un malestar que se está expandiendo como reguero de pólvora, porque bastó que alguien se animara a decir basta para que un coro de voces, por ahora en las sombras, con miedo aun por el temor a las represalias, se acercaran hasta nuestro domicilio para contar sus tribulaciones y largos padecimientos, otros nos han parado en la calle para manifestar lo mismo, lo cual corrobora que era algo que merecía un abordaje diferencial teniendo como eje al vecino de La Falda, aquel que paga sus impuestos aquí, que es elector, que hace sus compras y deja su dinero en negocios de la localidad.
Esto no significa ni chauvinismo, ni xenofobia, es brindarle al vecino una solución que está al alcance de la mano para hacerlo sentir bien, útil, digno, porque de lo contrario, si no encuentra trabajo, que le queda por hacer ¿mendigar un plan o una beca?, cuando la salida está en lo que puede hacer con sus manos, lo que puede crear, en lo que sabe realizar y por otro lado si tomamos las grandes ciudades o provincias que han abordado correctamente el tema, las artesanías regionales no solo dan un perfil propio, sino que son un ingrediente más en ese gran combo que se llama turismo, la cual es parte de esa oferta que se hace y en la que entran hasta la cocina típica como parte de un todo cultural que no puede ser soslayado, claro que para que esto fuera así antes se debió tener en claro que hay que preservar la identidad como una parte indisoluble de lo que se ofrece al viajero, en los términos que muy bien diferenciara entre éste y turista, Arnold J.Toynbee, en su obra “Estudio de la Historia (A Study of History).
El trabajo es un derecho humano, la falta del mismo, cuando hay posibilidades, una violación flagrante al mismo, y no puede ser que se viva marginando a quienes son creadores, a los que arrancan formas a lo amorfo para convertirlo en una expresión de arte popular, que también es factible de ser comercializado en beneficio de quienes dan vida a una parte de la cultura del pueblo.
Hace un mes conversábamos con un alto dirigente político oficialista, con quien coincidíamos hasta cuando se podía ser silente ante los reclamos, que al menos en lo personal nos hacían, ya que se estaba convirtiendo en un problema de difícil solución, puesto que apoyábamos -y lo hacemos- a la actual gestión, sin embargo ese caminar por una tensa cuerda sin red de contención debajo es por allí un malabarismo de muy difícil realización.
Si volvemos al inicio de ésta nos daremos cuenta que aquellos goles que se erraron, son los que se facturan en el propio arco en un letal contragolpe, porque en el juego él no atender el desarrollo puede ser la peor de las estrategias.
Tampoco queremos que esta sea leída por la oposición como una crítica catastrófica, porque lo que está pasando es exclusivamente culpa del modelo excluyente, expulsor, injusto, heredado, en él que solo se gobernó para los amigos, del cual la actual gestión es una víctima de un pésimo gobernante como fue Sestopal, el único y exclusivo culpable de lo que está sucediendo actualmente, ya sea por incapacidad o por omisión de aplicar la justicia social a la que decía defender y de la cual goza hoy beneficios legislativos.
La artesanía, más allá de lo que pueda creerse, es un negocio muy rentable para algunos sectores, de allí que se produzcan absurdas políticas limitativas, como restrictivas, que desde hace un tiempo se observan, evitando la competencia, la sana rivalidad en la que ganará el que mejor haga las cosas, el más creativo, entonces cuando no se puede disputar la preferencia del soberano (el comprador) lo mejor es aplicar cortapisas, evitar el jurado, aplicar políticas proscriptivas hacia quienes son antagónicos comercialmente y así asegurarse la ganancia de manera absoluta, monopólica, porque si hay algo antidemocrático es esto, el más rancio conservadurismo aplicado a las artes populares, es el despropósito y contradicción de lo que éstas deben ser.
Qué mejor que los números para comprobar lo que sostenemos. Veamos en una de las ferias hay 80 puestos aproximadamente, los cuales pagan por día entre 20 y 30 pesos según sean socios o no. Hagamos un promedio de 25 pesos para unas cuentas más claras, esto significa 2000 pesos diarios, si a ello lo multiplicamos por treinta días tendremos 60.000 pesos mensuales, pero si nos centramos en los días efectivos que permanece abierta, esto es entre feriados, fines de semanas largos, semana santa, vacaciones de julio, más diciembre tendríamos aproximadamente entre 100 y 150 días de apertura efectiva, lo cual significa entre 200.000 y 300.000 pesos anuales, los que si son dividimos por los 365 días efectivos que tiene el año nos da un ingreso promedio entre 547 y 767 diarios, o si quiere la cifra que se podría disponer durante cada día sin entrar en rojo.
Esto sucede en una de las dos carpas instaladas, los volúmenes son evidentemente diferentes, sin embargo en una de ellas queda la alternativa de que al existir personería jurídica, al menos se podría corroborar el monto real de ingresos, claro que para esto y la lógica así lo indica, se debería extender un recibo oficial para que las cuentas sean todo lo transparente que las circunstancia lo exigen e indican.
Ahora bien en una de ellas no han aparecido hasta ahora papeles que corroboren que el ampuloso nombre de Feria Municipal estuviera debidamente autorizado, nos preguntamos pues ¿dónde y a quién se hizo la rendición de cuentas durante los años de existencia del dinero cobrado? Por esto un perspicaz artesano pensó en voz alta ¿o ha sido otra caja chica más?
Como podrá apreciarse surgen cada vez más incógnitas para desentrañar, porque una cosa es lo que se recauda por el “alquiler” del espacio público privatizado y otra es el caudal monetario que se mueve y que seguramente asombrará a muchos, ya que si tomamos una cifra hipotéticamente baja, diríamos casi improbable, de una venta de 300 pesos por puesto por día tendremos un total de 24.000 pesos diarios, arrojando al mes la friolera de 720.000 pesos, siempre tomando números que en una buena temporada son seguramente sideralmente superiores.
Esto nos permite entonces entender porque las disputas intestinas por la conducción, que no es otra que el manejo de una fuente de ingresos de cierto volumen y porque no se permite la libre competencia y porque algunos pretenden tener la exclusividad de ciertos productos. La respuesta no es compleja, es la lucha por el control simple y llano de la economía y esta es bien sabido es la que impulsa el motor de la historia a partir de la lucha de clases.
Por allí la explicación a la causa de la reticencia a la asociación libre sea el control institucional, sin embargo se nos manifestó que hay una permisividad hacia aquellos o que son parientes o amigos, esto es al famoso voto cautivo y la negativa hacia aquellos que evidentemente no lo harían. En política esto se denomina el punteo del padrón, solo que en aquellas instituciones de muchísima menor envergadura, resulta más fácil el manejo de una elección con solo “cerrar el grifo” de las asociaciones.
Esa visión de la “historia rosa” de los artesanos celebrada hace poco contrasta, como la historia de América, con la “historia negra” de los mismos, ya que en el devenir hubo permanentes roces y hasta peleas, en donde no faltaron escenas de pugilato y patadas hacia quienes tuvieron la desgracia de perder la estabilidad. Como puede verse se cocieron habas y vaya como.
Hasta aquí un análisis de los intereses en pugna, ahora me gustaría, aunque sea fugazmente explayarme sobre otras situaciones que son preocupantes y de las que parece que nadie quiere tomar nota, pero que no pueden ser soslayadas por las posibles implicancias que pueden llegar a tener.
Observemos, en ninguna carpa hemos visto por caso extintores colocados al alcance de la mano en caso de un siniestro en los lugares adecuados, ni tampoco salidas de emergencias debidamente señalizadas, ya que el sistema de puestos armados sobre base de caños impiden el libre desplazamiento hacia los costados, salvo en el medio que también ofrece dificultades. Si tenemos en cuenta que el material de la estructura es altamente inflamable, al igual que otros que se utilizan, ¿no se debió verificar esto y en base a ello dar la respectiva autorización? ¿O se espera un cromañón para tomar conciencia del peligro?
Lo descripto es en caso de un siniestro por fuego, pero los invitamos a que se detengan en la instalación eléctrica, la cual es realimente un enjambre de cables sin la más mínima seguridad. Ello nos lleva a preguntarnos ¿existen disyuntores en caso de cortocircuitos? ¿Qué sucede en los días de lluvia con la misma, cuando se pueden comprobar filtraciones? ¿Alguien pensó en la seguridad de trabajadores y público? ¿Hay luces de emergencia como se exigen en los negocios donde hay una cierta cantidad de asistentes?
Al comienzo y al final de la temporada se arma y desarma la carpa, esto nos lleva a otra pregunta ¿si un artesano que tiene en sus manos, tal vez la herramienta más importante de trabajo, llega a sufrir un accidente que le impida hacerlo, que ART se hará cargo de ello? ¿Acaso esto tampoco ha sido contemplado por quien autoriza el funcionamiento? ¿Existe seguro que cubra a quienes la visitan? Demasiados enigmas a resolver en una sola nota.
Creo que el estado no puede mirar para otro lado, que la política de desvestir un santo para vestir otro a la larga termina siempre con un “santo en bolas” y me refiero a esto porque de acuerdo a la Carta Orgánica Municipal es el Estado de La Falda, el que de manera solidaria debe hacerse cargo de los estragos que puede causar un siniestro, el cual ojala nunca suceda, pero decían los abuelos nuestros “más vale prevenir que curar” y por algo lo sostenían.
Ahora bien, no es más lógico que la Municipalidad cree una Feria Municipal de Artesanías, que la fiscalice debidamente, trayendo si hiciera falta desde Cosquín u otras partes supervisores, para garantizar ecuanimidad, viendo que es artesanía y que es reventa, rescatando las tradiciones que hemos tenido.
¿No sería más lógico que se armen puestos estables, seguros, en un espacio público y que sea el propio estado el que recaude ese fondo, el cual por Ordenanza no sea derivado a Rentas Generales, si no a fines determinados, como cultura, viviendas económicas, salud, etc.? ¿Quién puede estar en contra de ello teniendo en cuenta las cifras?
Por otro lado, si hay instituciones que dicen ser del Valle de Punilla no se las estaría perjudicando, ya que su campo de acción se puede desarrollar perfectamente entre Carlos Paz y Capilla del Monte, espacio más que suficiente para establecerse.
Así quienes son de La Falda, podrán tener esa salida laboral, demostrada la especialidad y poder vivir dignamente, porque ante todo la “caridad bien entendida empieza por casa” como se decía en antes.
En cambio si esto no sucediera ¿qué les queda a aquellos que desean trabajar? ¿Pasar a ser “manteros” como los de la calle Florida y establecerse en la Av. Edén u otros paseos públicos?
De producirse, los enfrentamientos necesariamente aparecerán por pretenderse ejercer el derecho al trabajo sin la exclusión reinante. Como se puede apreciar, en algún momento se deberá resolver este intríngulis, antes que se convierta en una avalancha de nieve de consecuencias imprevisibles, lo que empezó siendo una ingenua bola que ha crecido desgraciadamente de manera exponencial.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio