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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 13 de enero de 2011

Vecinos politizados y políticos despolitizados

Los análisis, que están dejando los diferentes sondeos de opinión que se están concretando para tratar de establecer cuáles serían las preferencias que muestran los faldenses sobre los diferentes candidatos que se promueven desde todo el espectro político, para sorpresa de algunos, reflejan que los vecinos no exponen abiertamente su intención de voto. Si, ponen en evidencia su conocimiento o desconocimiento de las figuras públicas que se proponen, arriesgan a calificar imágenes, pero, en una significativa mayoría, se abstiene al momento de definir por quién votaría.

Si bien es cierto que aún los partidos no han oficializado los candidatos, no es menos cierto que la percepción pública ya tiene una marcada orientación sobre en quienes deberían recaer esas responsabilidades, considerando, por otra parte, las proyecciones que las mayorías impulsan desde los diferentes senos partidarios.

Con estos elementos para el análisis puede decirse que no se trata de ignorancia o apatía, pareciera que esta reserva en la opinión tiene otras razones.

En la búsqueda de dar una respuesta a ese interrogante se escuchan los más diversos argumentos desde quienes se suponen que hacen un ejercicio permanente de la política -es decir, aquellos que ocupan o han ocupado la función pública y se han beneficiado y visto transformado su nivel de vida por ese ejercicio- hay quienes sostienen que los faldenses no encuentran en los promocionados el perfil de intendente que tradicionalmente exigen; otros señalan que hasta el momento entre los postulados no se observan serias diferencias en relación a lo que critican de la actual gestión de gobierno; a los que se suman los que mantienen que la mayoría de los faldenses no ofrecen definición porque no tienen participación en la preselección de esos candidatos.
Tanto, unos como otros puede que tengan parte de la razón, como casi siempre ocurre, porque, en definitiva, ellos son los protagonistas, los que están en la cocina de las decisiones de los partidos políticos. Pero, precisamente, por ser parte de la cosa, no alcanzan a observar, o les es mejor dejar de lado, que hace ya largo tiempo que han olvidado el ejercicio de la política, que no se han ocupado de la generación de nuevos cuadros dirigenciales, que la labor de impartir conocimientos y compartir experiencias es esencial a la conformación del futuro funcionario político, y fundamentalmente que hay que escuchar en forma cotidiana las voces que emergen desde las bases, porque son estas las que son afectadas, para beneficio o perjuicio, por las decisiones políticas y de gobierno.
En ese plano, las vivencias adquieren una dinámica tal que exigen de un seguimiento permanente porque es ahí donde se está produciendo el cambio social. Transformación que necesariamente debe conocer quien ejerce la herramienta política para que no se produzcan los interrogantes a los que, por estas horas, están abocados en responderse.
Probablemente, este ocultar la intención de voto no sea más que una reacción ante la supuesta iluminación de los conductores que tienen respuesta para todo, ojala así sea. Pero, puede ocurrir, lo que sería más grave para los efectores de la política, y algo de eso hay, que los sectores que habitualmente conformaban una masa pasiva, la que se manejaba con la imagen de supuesto éxito personal de algún candidato, prometiendo alguna prebenda o privilegio en las clases de mayor poder adquisitivo, o con un par de chapas, ladrillos o bolsones y algunas sonrisas y abrazos, cuando no con algunos pesos para el “faldeado” y la cerveza el día de la elección, en las más desposeídas, hayan adquirido un buen nivel de información y formación política y si bien son contestes de que no podrán cambiar en lo inmediato este sistema que los margina de las decisiones -a tal extremo que deben elegir entre lo que les imponen no más de veinte o treinta, en el mejor de los casos, encumbrados dirigentes partidarios, o, en el peor, lo que se observa asiduamente en los últimos tiempos, de algún grupúsculo de poder que se ha adueñado de los sellos, principios y banderas partidarias para utilizarlos vaya a saber con qué fines- y que deberán, una vez más, elegir al que evalúen como el menos pernicioso, pero, ya no como un signo de impotencia, fracaso y frustración, sino como un paso más en esta transición que necesariamente debe conducir a la reformulación del sistema, integrando el diálogo enriquecedor que nace de la exposición de los consensos y disensos para el conocimiento pleno de lo que la comunidad exige, que no es más ni menos que sentido común y respeto, porque se sabe propulsora y artífice, porque se reconoce como el cimiento donde se asienta toda la estructura del Estado municipal, porque sin su esforzado hacer no existirían ni las instituciones ni quienes las conducen.
En resumen, parece que el vecino faldense se ha politizado y tiene intenciones de ser protagonista, es por eso, que quienes ejercen la política deben imprescindiblemente hacer una profunda autocritica de cómo han venido utilizando el poder delegado por el pueblo, y como acto de contrición y reconocimiento asumir el compromiso de ejercerlo con fines comunales y no desde el narcisismo político que todo lo resuelve de por sí, bajo el concepto de que “somos los mejores”, “hacemos lo mejor” y “nunca antes se había concebido”, abocándose a la construcción de proyectos sociales de envergadura para conseguir el crecimiento equitativo de la comunidad que los consagra como administradores del municipio.
Tal vez, de así suceder, no se dependerá de los sondeos de opinión para determinar candidatos, sino que el propio electorado indicará quien puede administrarlo con honra, eficiencia y eficacia.

Debo hacer un mea culpa, una vez más, he caído en la generalización, seguramente hay quienes observan y actúan sobre las deficiencias que el sistema transparenta, pero son los menos, a ellos reconocimiento y a instarlos a continuar en el esforzado trajín de recomponer el espacio político para y por todos.

N.H.

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