Movidas en el tablero político cordobés

Cuando apenas han pasado tres semanas de las elecciones legislativas nacionales, poco es lo que ha cambiado en las acciones de los diferentes niveles de gobierno, aún cuando estas aparecieron como una de las razones para que el electorado hubiera decretado, voto mediante, un equilibrio que obligara al diálogo y al consenso. Los que si han demostrado rápidos y sustanciales cambios son los partidos políticos, como producto de saberse incapaces de definirse como número puesto hacia las elecciones de 2011.

En Córdoba, el primer espacio en reaccionar, tal vez por mantener un liderazgo único, fue el Partido Nuevo, que evaluó que si bien se ha constituido en la fuerza mayoritaria, no ha logrado el objetivo de diferenciarse sustancialmente de sus adversarios, y con ello que tendría que trabajar, y mucho, si pretende llegar al gobierno provincial en 2011. No existieron ni los 15 ni los 12 puntos porcentuales de diferencia que significaban esperar cómodos la próxima campaña electoral. En función de ello, Luis Juez salió a pocas horas de finalizado el escrutinio a sostener que “se acabó la experiencia de acumulación gregaria y aluvional que tuvimos desde 2003. Ahora hay que hacer un salto de calidad institucional y dotar de organicidad a nuestra fuerza”. Con ese fin se planteo una serie de plenarios departamentales a concretarse hasta fin de año, donde se evaluarán los resultados y los perfiles de los dirigentes que están expuesto en la conducción, tras lo cual, a mediados de 2010 se produciría una convocatoria a Internas Abiertas para la elección de autoridades partidarias por circuito y departamento, y tratar de establecer los referentes que podrían convertirse en candidatos. En síntesis, hablaba de la conformación definitiva del partido, más allá de las probables alianzas o frentes con que se enfrente esa etapa política. Para Juez, la exigencia es “tener que abrir el juego a otros referentes y delegar mucho poder. No vamos a llegar a 2011 a los empujones y eligiendo gente a dedo o según encuestas”.

El peronismo cordobés ha sido la segunda fuerza en reaccionar, tal vez por necesidades de gobernabilidad, y, como era de esperarse, por la aparición de José Manuel De La Sota que, intempestivamente y sin ambages, apareció convocando a un acto partidario, en el cual manifestó claras diferencias con la forma en que se condujo la etapa electoral que ha dejado al partido en el tercer escalón del podio y con apenas dos diputados respondiendo al oficialismo partidario. Lo que sostuvo ocurre “por primera vez en la historia del peronismo cordobés”. Si bien es cierto que ante la prensa el discurso delasotista fue moderado, no es menos cierto que en entrelíneas la lectura era por demás critica, de todas maneras De La Sota sostuvo que podría ofrecerle a Juan Schiaretti la vicepresidencia partidaria. Premio consuelo, que le dicen.
Lo concreto, es que el gallego viene por todo, necesita si o si presidir el partido, para desde ahí negociar, hacia dentro y fuera, su precandidatura presidencial, ya adelantó que intervendrá en la interna nacional con ese objetivo, y que en función de ello pretende cerrar el partido con todos los peronistas adentro, evitando todo tipo de escisiones. Es zorro viejo en la materia, podrá perder el pelo y las arrugas, pero no las mañas, y el schiarettismo ha quedado lo suficientemente golpeado como para enfrentársele.
De todas maneras, Schiaretti se ha parado en posición de combate y a misma hora, en la misma jornada, también convocó a la tropa, descargando munición gruesa sobre las elecciones de candidatos a dedo (Kammerath, Keegan, Chuit) y otras falencias con las que inculpó al delasotismo. Carlos Caserio no fue a menos, sosteniendo que el ex gobernador viene a “debilitar a nuestro gobierno. El gobernador conduce y es la cabeza del partido. Siempre fue así. De lo contrario estaríamos perjudicando las posibilidades futuras del PJ”.
Así las cosas, con verdades a medias e insultos a dientes apretados el justicialismo cordobés se ha movilizado y no habrá que esperar mucho para saber quién se hace con el poder partidario, porque De La Sota en el plan a es precandidato a presidente, pero en el b es precandidato a gobernador, y la historia personal dice que no se baja sin dar pelea.

Por su parte, el radicalismo es el que menos movimiento muestra, lo cual puede no ser lo mejor. Los radicales aún siguen festejando un resultado que para muchos fue inesperado y que les permitió dejar, por anticipado, posicionadas a las dos candidaturas más importantes a nivel provincial, Oscar Aguad como gobernador y Ramón Mestre como intendente capìtalino. No obstante y por las dudas se habla de internas, y que en caso de darse sean tomadas como fortaleza y no como debilidad. Mientras tanto, en una acción que raya en la incoherencia, por una parte expulsan afiliados, con función de autoridades electas, que en la última jugaron a ultranza con los K o con los J, pero tratan de recuperar a otros a los que les fue mal con los mismos o que en la anterior cangurearon y en la últimas no se expusieron tanto. Es decir, a los que hicieron la gran Cobos, traicionando a dos puntas, los perdonan, y a los otros no tanto.
No le quedó claro, no se preocupe, a mí tampoco.
Sólo habrá que esperar a mediados del año que viene y veremos cómo acomodan las cargas, esperemos que a tiempo, en bien del partido y de la ciudadanía que requiere de algunos valores cívicos que los radicales han sabido guardar por más de una centuria.

El tablero político partidario está en movimiento, algunos apuntan alto, otros muestran falencias y están decididos a superarlas, pero 2011 está más cerca de lo que muchos suponen, y será, si el electorado continúa mostrando madurez, una prueba más que difícil.

N.H.