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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

25 años de ejercicio de la Democracia

Este 10 de diciembre se cumplen 25 años de la recuperación de la democracia en Argentina y conforma el período más amplio en los tiempos contemporáneos. Una democracia que carga con las dificultades propias de la falta de ejercicio y con los errores y/o abusos de los dirigentes políticos que han atentado contra el sistema y contra los partidos políticos que los impulsaron. Sin embargo los ciudadanos siguen convencidos de que este es el sistema adecuado que les llevara a través del consenso a vivir la nación y la sociedad ideal que persiguen.

En esta edición, desde los sectores políticos que integran el gobierno faldense, escriben Miguel Maldonado, Luis Kessler y Claudio Stevenot.

Recuadro

La participación como compromiso democrático

Nada fácil esto de tener que resumir en pocas palabras los sentimientos y emociones que me han albergado en estos 25 años. Lo digo como un militante que no cree en el calificativo de dirigente con que algunos me honran, y que si he cumplido funciones, desde la oposición y desde el oficialismo, es porque el electorado me llevó a asumirlas o porque se ha confiado en mis cualidades, aptitudes y compromiso para desempeñarlas.

Sin dudas que el hecho más destacado fue la recuperación del sistema democrático y que ello calara tan hondo en el sentir de los argentinos que lo abrazamos como una necesidad esencial, aún con sus defectos y virtudes, para el desarrollo de la vida política, social y personal.

El más negativo, se ha producido en el transcurso, es la pérdida de poder que han sufrido los partidos políticos y creo que es necesario recuperar ese imprescindible protagonismo.

El General Juan Domingo Perón decía que el nuestro era un movimiento grande, generoso, de puertas abiertas, pero que la herramienta, el instrumento, para lograr el objetivo es el partido político, me parece que hemos perdido eso, por diferentes causas y cuestiones que es largo de analizar. Esto no sólo es atributo del peronismo, también ha ocurrido con nuestros tradicionales adversarios en la Unión Cívica Radical, y detrás de cada intento que hemos podido observar en la última década donde la aparición y desaparición de una gran cantidad de enclaves políticos se ha debido precisamente al poco sustento partidario. Hay que fortalecer a los partidos políticos porque son el cimiento donde asienta la posibilidad de la permanencia de la democracia.

En función de esto debe recalcarse que lo necesario es participación ciudadana, más participación y mucha más participación, sin la necesidad de que se los llame o convoque, es necesario que el militante y el vecino salgan a buscar y ocupar el lugar que creen les corresponde, lo que no significa que el encontrar una puerta abierta sea el pasaporte a ocupar un lugar de preeminencia o la obligación de que se les reconozca, eso llegará de acuerdo con el compromiso social que se manifieste en la búsqueda de soluciones para la gente, con la voluntad y esfuerzo de aportar a las ideas que garanticen mejores gobiernos en los ámbitos nacional, provincial, regional y municipal.
Participación no significa destruir la estructura a la que se integran, sino por el contrario procurar el cambio desde el acierto de hacer las cosas bien, creciendo en el consenso.
La discusión del cambio debe ser pública, no se puede producir en mesas reducidas de café o boliche, hay que exponerse y confrontar sin golpes bajos, sin estridencias, pero con la contundencia de aquel que quiere a su pueblo y procura el bienestar general.
También se debe comprender que nada es fácil en el gobierno de la cosa pública, si así fuese tendríamos presidentes, gobernadores, legisladores e intendentes de por vida.
Por eso quienes critican deben pensar que nadie puede ser tan necio como para no hacer lo que el sentido común dicta y la mayoría quiere, seguramente deben existir obstáculo e impedimentos para llevar esas decisiones adelante, no deben estar las condiciones dadas para implementar esas medidas, y tengan la seguridad de que esto ocurre más a menudo de lo que muchos creen, porque ese funcionario tiene la misma vocación y la mismas ganas de cambiar las cosas que aquel que no tiene la responsabilidad de ejercer el gobierno.
Reitero, hay que participar, admitiendo que la bendita democracia nos pondrá a prueba permanentemente, que se va a tropezar con cuestiones de intereses, personales, partidarias, y otras que se me escapan, pero hay que superarlas porque desde la participación política se hace democracia y desde está, en algún momento, se obtendrá el consenso que devendrá en la felicidad de los pueblos.

Miguel Maldonado

Recuadro

TIEMPO DE CONSTRUCCION

25 años, pasaron, nada menos, desde que el sol volvió a brillar en este pueblo bendito desterrando la oscuridad siniestra y el silencio que nos envolvió, destruyendo los valores y principios que ostentábamos como Nación, se instaló un sistema económico perverso, en el que vale todo y la competencia irracional, pareciera ser el eje rector; donde el mercado regula y el estado es un simple espectador.
Ese fue el legado dejado por una dictadura cruenta y sanguinaria.

En ese proceso de aprendizaje que comenzó el 10 de diciembre de 1983, tuvimos que superar varios escollos. En eso estábamos, hasta que estalló el 19 de diciembre de 2001, cuando miles de argentinos comprendimos que el desafío era aun mayor. No se trataba solamente de defender la Democracia, sino de reinstalar definitivamente el respeto por las instituciones, en un pueblo dominado por la apatía y la anomia y cada vez más alejado de la cosa publica, y descreído de los partidos políticos, distanciado de sus dirigentes y sus representantes.

Es tiempo de preguntarnos, si como sociedad, hemos hecho todo lo que esta a nuestro alcance para desarrollarnos como Nación, por que cuando uno ve la realidad que nos rodea no puede dejar de angustiarse; preguntándose por que después de 25 años, en la ciudad de la Falda, sigue habiendo centenares de niños (el futuro de este pueblo) que no tienen garantizada su comida diaria ni su vaso de leche, por que sigue habiendo chicos descalzos y tristes?, excluidos del sistema escolar por que sus padres no tienen para los útiles o para mandarlos a la escuela. ¿Hemos hecho lo suficiente o lo necesario para que ello no ocurra?
¿Hemos hecho lo suficiente o lo necesario por nuestros abuelos? que deberían ser con sus experiencias de vida los que nos marquen el rumbo a seguir.
¿Hemos hecho lo suficiente o lo necesario por las personas con capacidades diferentes? Que merecen el mismo respeto que cualquiera de nosotros.
¿Hemos hecho lo suficiente o lo necesario por incorporar al sistema laboral a cientos de vecinos marginados destinados a sobrevivir de la dádiva y de los favores políticos.
¿Hemos hecho lo suficiente o lo necesario por incluir dentro del sistema de salud a los sectores más desprotegidos?
¿Hemos hecho lo suficiente o lo necesario para mejorar la calidad de vida de todos los faldenses?
¿Hemos hecho lo suficiente o lo necesario para mejorar el sistema representativo, los partidos políticos y las instituciones locales?

Sin dudas que queda mucho por hacer, el camino es largo y sinuoso, pero hemos dado el primer paso, quizás, el más importante: logramos que hoy prácticamente nadie dude que el sistema democrático es el único camino para realizarnos como personas, como sociedad y como Nación.

Ahora es tiempo de construcción, y esta debe realizarse bajo tres pilares fundamentales: Formar ciudadanía: Comenzando por los niños y los jóvenes, fomentando en ellos la educación, la participación, la integración, la tolerancia, la solidaridad. El respeto por el prójimo, por las opiniones distintas,
Llegaríamos así al objetivo de formar una juventud más informada, crítica, participativa y responsable, instalando en los chicos una cultura democrática orientada a la formulación de políticas que tengan como objetivo el bien común de la comunidad.
La participación: La participación ciudadana no solo es fundamental en la democracia, sino que además permite perfeccionar el sistema, enriqueciéndolo, ya que con ello se logra que el gobierno de turno, con el apoyo y consenso de los vecinos, adopte mejores decisiones, aumentando así la efectividad y eficacia de las políticas públicas.
Además, con la participación logramos un control efectivo de los actos de gobierno y hace que la gestión sea mas transparente en su accionar, que es otra de las bases sobre la que debe apoyarse la democracia
La participación ciudadana implica que los vecinos como parte de la sociedad hagan escuchar su voz para influir en forma directa en las decisiones de sus gobernantes.
La inclusión social: La premisa que nos debe guiar, y sobre todo a nuestros gobernantes debe ser siempre: el bienestar general.
No podemos desarrollarnos plenamente si nuestros pares no tienen las condiciones para hacerlo.
Es necesario un gesto de grandeza en nuestros actos para asegurarle a nuestro pueblo: La salud que se merece, una educación a la altura de las circunstancias, un trabajo digno y bien remunerado, una ciudad limpia y digna de ser vivida, con espacios sanos de recreación y contención para los más desprotegidos.

Después de 25 años los hombres que dirigen los destinos de este pueblo deberían haberlo entendido.

El desafío que tenemos por delante es arduo y a la vez maravilloso, como hombre publico que me toca ser en este momento, lo acepto.
No es fácil, pero, con la fuerza incontenible de nuestros principios y convicciones y los sueños que nos alimentan a diario, estoy absolutamente convencido de que lo vamos a lograr.
Es el momento de redoblar los esfuerzos para que el próximo bicentenario de nuestra patria sea el punto de partida para empezar a pagar las deudas que dejaron estos 25 años, nuestro pueblo ha dado sobradas muestras de que se lo merece y que se lo ha ganado en buena ley, no podemos fallarle, nuestros niños y jóvenes nos están mirando, no miremos a un costado… ellos se merecen un futuro mejor.

Claudio Stevenot
Concejal Partido Nuevo
Frente de Todos y con todos

Recuadro

La esperanza continúa siendo el ciudadano

Los 25 años desde el retorno de la democracia cobran una significación muy especial, porque cada uno de esos años y los que le sucedan, son un paso adelante tendiente a afianzar el bien más preciado para quienes velamos por nuestra dignidad de ciudadanos.
Esa especial relevancia responde al hecho de que la democracia es un valor que contiene una serie de valores, como la libertad, la igualdad, la justicia y todos los derechos que con la dictadura pierden su identidad porque hasta dejan de ser derechos.
El período que se cumple es el más largo de nuestra historia después del que transcurrió entre la presidencia de Mitre en 1862 hasta el nefasto golpe militar de 1930 que derrocó a Yrigoyen, y esta celebración vigoriza la confianza concebida en la determinación de todo un pueblo de no permitir nunca más una dictadura en la Argentina.
Un reconocimiento generalizado, nos confirma que en esa consolidación democrática fue decisiva la gestión de un gran republicano: Raúl Alfonsín.
Alfonsín fue no solo el gran ejecutor de la democracia, fue el maestro que enseñó a conocerla, el que nos convenció que es el mejor sistema, y quien desde antes de asumir nos quitó el miedo que habíamos contraído en siete años de padecer la más atroz dictadura militar. Es el guerrero que enfrentó con sus convicciones las armas de los dictadores.
Sabemos que estos 25 años no tuvieron el ejercicio democrático que todos imaginamos en aquella jornada gloriosa de 1983, porque no podemos olvidar que luego de haber sido desestabilizado Alfonsín por los grupos económicos, debimos soportar el avance del neoliberalismo menemista con la entrega del patrimonio nacional, los desmanejos de De la Rúa y la corrupción de este kichnerismo que en su ambición recaudatoria hasta llega a proyectar una ley de blanqueo de capitales que podría instalar en nuestro país un verdadero lavadero de dinero que nos avergonzaría ante el mundo.
Pero no debemos confundirnos, porque una cosa es la democracia y otra cosa son los gobiernos que la ejercen. La democracia está viva y será perdurable, en cambio los gobiernos pasan. Confiemos en que el pueblo que hace 25 años supo recuperar las instituciones de la Constitución Nacional, tiene hoy la madurez necesaria para elegir los gobernantes que con honradez y patriotismo nos lleven hacia el destino de grandeza que este gran país merece.

Luis Kessler
Concejal U.C.R.
Frente de todos y con Todos
Recuadro

La deuda

A ningún argentino debe escapar que somos un país de desmemoriados. Es necesario que deba revertirse tal característica, que sólo ha tenido como excepción a las madres, abuelas, hijos y familiares de aquellos que tristemente formaron parte del holocausto que produjo la última dictadura. Que puede no ser la última sino se recompone a tiempo la relación entre los dirigentes políticos y la ciudadanía. Está es la gran deuda que nos marcan estos 25 años de continuidad democrática y que aún se esta a tiempo de saldar.
En este terreno tenemos la suerte de que todos aquellos que han ejercido la Presidencia de la Nación están en condiciones de poder generar, junto a su equipo de colaboradores más cercanos, la autocrítica de sus gestiones de gobierno.
¿Qué es lo que estoy planteando? Más aún, diría qué estoy fantaseando. Sólo la idea de que, por unos días o unas horas, aquellos que llegaron a través de la decisión del pueblo, o los que lo hicieron obligados por las circunstancias, se convoquen en el Congreso de la Nación y nos trasladen en su opinión cuáles fueron sus errores y aciertos, debatan sobre esas cuestiones, admitan las responsabilidades propias, definan las que correspondieron al entorno que indujo al desacierto o al éxito, y trasladen las que fueron provocadas por la presión de los diferentes sectores de poder en lo interno y externo. De lograrse está utopía se conseguiría poder, en principio, recuperar la memoria de los ciudadanos y escribir, con pocas posibilidades de error, la historia reciente. Esa historia que por olvido y desconocimiento, en más de una oportunidad, ha provocado el tropezar, por enésima vez, con la misma piedra.
De llegar a concretarse esta ilusión se habrá conseguido que los dirigentes dejen de lado todo otro interés que no sea el destinado a fortalecer la institucionalidad, y con ello se estará sobre la senda que permita sustentar y/o modificar el sistema con el único objetivo de priorizar la salud de la Democracia.

Nicolás Heredia

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