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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 4 de abril de 2013

No hay nada nuevo bajo el sol

Por Alfredo Ferrarassi

Cicerón sostenía, sin pretensiones historiográficas, que “la historia es la maestra de la vida” y vaya si tenía razón, porque lo que nos enseña es a conocer al hombre, con sus acciones, con sus más profundas ambiciones, sus ideologías y sus bajezas.
Un periodista norteamericano, Ambrose Bierce, apodado Bitter Bierce (el amargo Bierce) se caracterizó por algunas frases celebres, que a más de cien años de su muerte tienen cada día más vigencia y actualidad. De su enorme producción hemos tomado aquella que da origen a la nota, “no hay nada nuevo bajo el sol”, lo cual viene a colación del deslumbrante análisis que hizo Nicolás Heredia en la edición anterior de Ecos y aquella frase que soliera pronunciar su progenitor “otórgales poder y conocerás lo que son”, que no hace nada más que corroborar otra sentencia popular “los pingos se ven en la cancha”, con lo cual vamos abriendo el juego al análisis de ésta.
Indudablemente los desatinos del Consejo de la Ciudad no son de ahora, son de larga data, diría son un “karma” que esta institución tiene desde su inicio mismo, pero para comprender un poco las razones de este errático deambular es necesario hacer un poco de historia local, ya que allí podremos encontrar las razones existenciales de este despropósito institucional en que se ha convertido.
En efecto, cuando se debatía la Carta Orgánica Municipal, el proyecto de la bancada que detentaba la mitad de los Convencionales, fue crear un instituto de la democracia que supliera al siempre correcto Consejo Económico y Social que existía en casi todas las municipalidades y que era convocado en casos de emergencia de cualquier tipo, que requiriera aconsejar o sugerir al intendente y concejales alguna alternativa a la cuestión que se trataba.
Pasada la misma, ese Consejo entraba en una especie de stand by hasta que una nueva situación que requiriera su opinión los convocara nuevamente. Como los temas no serían siempre los mismos habría en su seno una rotación lógica, porque no todos podían ser “opinólogos” en cualquier cuestión. Ello estimo era lo que garantizaba la ecuanimidad de su accionar y el tratar de hacer las cosas de manera sobria y acertada cada vez que eran convocados.
Creado el Consejo de la Ciudad, desde la primera misma sesión para constituirlo se pudo ver una “feria de las vanidades” de muchos de quienes pujaban por ocupar un cargo, de pronto algo que había sido previsto para que tuviera la más amplia participación comunitaria, aún de aquellos que no pudieran estar en una institución, pasó a ser un reducto cerrado, arcano, conservador y me animaría a sentenciar que donde se formaría la futura “oligarquía” local que no solo desvirtuaba su origen, sino que ha pretendido ser un poder paralelo a los ya existentes.
Tal fue su carácter “independentista” que en lugar de ceñirse a los valores republicanos y democráticos fue un compendio de atrocidades políticas y ambiciones desmedidas, de incongruencias y de avasallamientos de principios.
Posiblemente la culpa de este irracional comportamiento radique en que fuera no aquel organismo previsto para que reemplazara al citado Consejo, sino el reducto donde encontraran cobijo desde la oposición, a quienes quedaran fuera de las contiendas electorales internas y/o generales, sino de cuanto paracaidista anduviera aprovechando las corrientes de aire favorables para aterrizar victorioso en el seno del mismo.
Posiblemente con estas apreciaciones nos ganaremos más enemigo que lectores que estén de acuerdo con el contenido, pero cuando se recurre a la historia no es para congraciarse con algún sector, sino para entender las razones del presente agobiante que éste tiene.
Si la “historia es la madre de la vida” deberíamos recordar que hubo una serie de acciones que causaron daño al mismo, que le marcaron y que le han condicionado a este presente. Veamos, no solo hubo en su seno superposición de cargos, en un acto reñido con toda ética y racionalidad, se tuvo un “concejal-consejero”, un absurdo jurídico desde el ángulo que se lo quiera mirar, existieron familiares representando a distintas y respetables instituciones, que formaban opinión a la hora de “traccionar” en un tema determinado, existieron representantes de centros vecinales que no vivían en el ejido del mismo, hubo aquellos que jugaron a sentirse legisladores en el Congreso de la Nación dejando discursos e intervenciones catilinarias para el olvido, existieron consejeros que se representaban a sí mismos y también hubo caza de brujas con consejeros expulsados y suspendidos en sumarísimos juicios que recordaron al proceso militar.
Esta situación enrarecida terminó en un enfrentamiento público y luego judicial, entre el representante de Participación Ciudadana, Arnaldo Carulli, un vecino intachable y honesto, que perseguía alcanzar la meta de poder tener gobiernos sin corrupción, con conductas éticas y un Consejo de la Ciudad que como él señaló en un libro que compiló “El Consejo de la Ciudad de la Falda ha perdido el rumbo. 1997-2000”. Hoy son paginas que deberían ser de lectura obligatoria por toda la verdad que encierran y que por lo visto muchos desconocen lo que sucedió o bien entran en una amnesia inducida para no tener que recordar las posiciones fascistoides que tuvieron.
Otros criticaban por fuera dado que “aspiraban” ocupar la Defensoría del Vecino y temían que integrando el cuerpo, pudieran quedar al margen de la postulación para el cargo, en suma una serie de desencuentros que no hicieron más que ir socavando al mismo, de posponer la designación por más de una década y por último que el Consejo estuviera “cerrado por refacciones” hasta que el ejecutivo patafísico pudiera “sugerir” un reglamento a su medida e intereses, un absurdo jurídico por donde se lo mire.
Reitero, recomendamos la lectura de aquel para que se pueda observar que el presente no es más que un resultado de un pasado tumultuoso e impresentable, en el que la heredad recibida condiciona el accionar actual.
Desde el primer momento siempre hubo partidos políticos, por ejemplo, si tomáramos el 2000 veríamos que había más partidos políticos que instituciones, de tal manera que haber descubierto que son perniciosos para el funcionamiento del mismo, es haber vuelto al presente un concepto de las dictaduras argentinas de todos los tiempos, la de suprimir la vida partidaria por considerarla como un cáncer para la sociedad. Concepto antidemocrático por excelencia si los hay, aunque lo “felinesco” de esta situación es que se persiga, porque de eso se trata en definitiva, al representante de un barrio de la ciudad porque ejerce el legítimo derecho de participar políticamente tal cual lo aprueba nuestra Constitución Nacional.
¿Qué tendría que haber hecho el Presidente de la UCR para poder participar? En primer lugar moverse clandestinamente, no expresar sus ideas, “perder la libertad cortándose el pelo una vez por mes… con un coiffeur de seccional”. En definitiva, no hacer uso de aquellos derechos constitucionales como poder expresar sus ideas sin censura previa, un despropósito de tinte fascista, que es inconcebible exista hoy en día y que es una vergüenza para el pueblo de La Falda.
Si fueran tan puntillosos y puristas, como pretenden serlo, no se rasgarían las vestiduras aferrándose a un Reglamento inconstitucional, antes deberían haberse jugado por el pueblo y haber apoyado la elevación a la Justicia para su investigación el accionar de la gestión Sestopal.
El Consejo no fue concebido para pedir interpelaciones al Ejecutivo, sino para asesorarlo con sus opiniones en temas cruciales, como puede ser el de la crisis hídrica que padecemos. Si no tienen presente que vinieron a reemplazar al viejo y eficiente Consejo Económico y Social, es que no han comprendido el porqué de su existencia, claro que en ello no podemos caerles con todo el peso de la historia, ya que antes ha existido, cuando menos una negligencia al no editarse tal cual estaba previsto el Libro de Sesiones, en donde se podrán apreciar las opiniones, fundamentos de cada convencional y estoy seguro varias imágenes harán sufrir a algunos seguidores porque no han sido tan ilustres como hoy parecen querer serlos.
También tenemos el deber a pedir que se investigue qué contrataciones de servicios se hicieron en aquella época, cuáles cobrados y no cumplidos, ya que hubo grabaciones de audio e imágenes que deberían formar parte del Archivo de la Convención y que aclararían muchísimos aspectos, los cuales el vecino tiene el legítimo derecho de poder conocer.
El tema del Consejo de la Ciudad nuevamente ha vuelto a imponerse como una encrucijada en la historia de La Falda, también estimamos que el Ejecutivo tiene las herramientas legales para modificar el nefasto reglamento y hasta producir una nueva elección dado que hubo una proscripción de por medio, sin embargo también creo que debería ser el mismo cuerpo el que se depure modificando el mismo poniendo en claro su razón de existir, ya que sería una muestra de cordura, amplitud y madurez institucional y política.











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