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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 13 de diciembre de 2012

La seguridad pública y el camino de la Paz!!

Una frase célebre del gran filosofo griego Aristóteles expresa que “La multitud obedece más a la necesidad que a la razón, y a los castigos más que al honor“. Esta frase célebre parece encerrar una disyuntiva que se les presenta por estos días a los Faldenses, digo esto en función del importante trabajo desarrollado por CIPLA en aras de que nuestra ciudad cuente con una Cátedra de Educación para La Paz. Mesa de debates, diálogos fructíferos, exposiciones magistrales todo ello ha venido abonando un terreno para hacer posible este anhelo de ciudadanos bien intencionados que pretenden una mejor calidad de vida para sus congéneres a través del camino de la Paz. Se diría que pretendemos realizar un salto cualitativo, en torno a la manera de construir una convivencia pacífica. En este sentido el filosofo francés André Comte Sponville , nos dice que en una organización social se pueden distinguir cuatro niveles de orden social. El primero de ellos es el orden técnico-científico. A él pertenecen la economía y la biología, y se estructura mediante la oposición de lo posible y lo imposible. La cuestión de lo que está permitido o prohibido -por ejemplo, la clonación o la manipulación de células germinales- no le concierne. Ese orden debe ser limitado por algo desde el exterior: el orden jurídico-político, estructurado por la oposición entre lo legal y lo ilegal. Pero en esa etapa las cosas aún no están resueltas, porque no hay ninguna ley que prohíba, por ejemplo, la mentira, el egoísmo, el desprecio, el odio. Si queremos escapar individualmente del espectro del malvado legalista, debemos inventar un tercer orden para que todo lo que es técnicamente posible y legalmente autorizado no sea realizado. De modo que ese orden jurídico-político deberá estar limitado por un tercer orden: el de la moral, estructurado por la oposición entre el deber y lo prohibido. Ese tercer orden no debería ser limitado, sino completado, porque un individuo que cumpla siempre con su deber sería insoportable si respetara sólo la letra de la ley moral y le faltara amor. Así llegamos al cuarto orden, que completa el tercero: el orden ético. Dimos los primeros pasos en la ciudad de La Falda en desarrollo de una urbanidad la que debería sustentarse en el respeto irrestricto de los derechos humanos. Como dice Sponville “Aún cuando la ley nos prohibiera respetar al otro, nuestro deber seguiría siendo respetarlo”. Si no se es capaz de comprender la diferencia entre derechos humanos y derechos del ciudadano, se corre el riesgo de no comprender lo que es realmente la ciudadanía. He querido hacer este breve recorrido desde las legítimas aspiraciones de una convivencia pacífica de personas comprometidas con el quehacer cotidiano de nuestra realidad como comunidad, la que por territorio e historia nos une a un destino común, por cierto el más venturoso. Surge así la pretensión del derecho a la seguridad pública; como una de las necesidades superiores del individuo, el que requiere de un contexto seguro para actuar con seguridad, según Maslow1. Pero hemos de recordar al decir de Bauman “Somos la generación tecnológicamente más equipada de la historia humana y es la más acuciada también por los sentimientos de inseguridad y la impotencia”. El efecto de una Globalización Negativa nos hace sentir inseguros, asustados, y los más, apasionados en lo relacionado con la protección y la seguridad; ya que “Lo inconcebible, lo inimaginable, se ha vuelto brutalmente posible”. Situación que nos puede poner en franca contradicción como ciudadanos, por aquello de que la multitud obedece más a la necesidad que a la razón. Digo porque por estos días se ha invitado a una reunión de seguridad ciudadana con presencia de funcionarios municipales y policiales locales, en “defensa de los derechos de los vecinos frente al atropello de la delincuencia”. Me preocupa este tipo de convocatoria en la que deja una sensación como si estuviéramos dando oídos a esa vieja frase que inspiró e inspira a muchos gobernantes en el mundo, escrita a fines del siglo IV de nuestra era, por Flavius Renatus Veggetius, escritor latino de la corte del emperador Valentino II: “Si vis pace, para bellum” Si quieres la paz, prepárate para la guerra. La necesidad de sentirnos seguros no debe soslayar la inteligente y madura decisión de una sociedad que desea y está construyendo los caminos de la Paz; deberíamos prestarle mayor atención y cuidado a la hora de realizar convocatorias con un tema tan sensible para los individuos en general, como lo es el de la seguridad; se diría que el abordaje debiera ser profesional, interdisciplinario, cuando pretendemos encausar acciones relacionadas a la seguridad pública, no debemos dejar de lado que uno los principales factores de la delincuencia tienen su origen en lo social, la que a través de nuestra cultura directa o indirectamente, deseado o no, estamos relacionados a su producción; en tanto que las políticas públicas de los gobiernos juegan un papel gravitante en la producción del delito, al decir del filosofo Michel Foucault la delincuencia funciona como un observatorio político. Los vecinos podremos asumir responsabilidades frente al problema de la inseguridad pero desde la prevención inespecífica y especifica ligada a las precauciones que se toman en la vida cotidiana y en especial con los bienes materiales. El delicado límite entre lo público y lo privado en esta materia, debe ser examinado y evaluado con criterios profesionales; responsabilizar a los vecinos de la seguridad es también parte de una política pública de los gobiernos. Así las cosas, en el ánimo de encontrar seguridad, sin mediar los mecanismos aludidos y una participación amplia de distintos sectores institucionales de la comunidad, se puede llegar a realizar apreciaciones sesgadas, aficionadas, que nos alejen de la reivindicación del respeto a la diversidad cultural, la seguridad de los derechos como eje de un trabajo arduo, que nos engrandece a cada paso que se da en la búsqueda de una convivencia pacífica. Consciente de que el error y la ilusión siempre nos acechan, una buena intensión puede que termine con un impacto negativo sobre otras buenas intenciones que también se pretenden implementar en la ciudad, como este pequeño escrito, puede que lo escrito sólo sea un error de apreciación, y como se ha dicho “ El papel lo resiste todo, la realidad no”. Pero mi idea de la realidad con los términos observados de la convocatoria aludida puso mis sentidos en alerta, como expreso el poeta y dramaturgo Bertolt Brecht “No acepten lo habitual como cosa natural pues en tiempos de desorden sangriento, de confusión organizada, de arbitrariedad consiente, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer imposible de cambiar”. Para quien escribe, seguridad no es sinónimo de represión. Al término seguridad lo asocio con educación, inclusión social, trabajo digno, respeto por los derechos humanos en todas sus generaciones. Ahora, Ud. buen vecino me preguntara que hacemos mientras tanto con los que infringe la ley, no se preocupe, sin que Ud. reclame mayor represión para los delincuentes el Estado Provincial tiene una alta cuota de violencia para ellos, aún para aquellos que sólo les recae la sospecha. El Código de Faltas de la Provincia de Córdoba con la figura del Merodeador, tiene las cárceles siempre bien colmadas, y si se trata de menores la situación empeora, solo basta repasar los titulares de los principales diarios provinciales, para encontrar estadísticas que ilustran ampliamente al respecto. Volviendo al tema que nos ocupa específicamente, entiendo que dimos un paso importante como pueblo en buscar la forma de educar para la Paz. Es por ello, que aceptar, como natural, discursos movilizantes, con temas de alta sensibilidad social como es la inseguridad y que a su vez pueden encerrar atisbos de segregación, son en definitiva portadores de una violencia simbólica; aquella que el sociólogo francés Pierre Bourdieu utilizó para describir una acción racional en donde el dominador ejerce un modo de violencia indirecta sobre los dominados y que son parte de estrategias construidas socialmente en contexto de esquemas asimétricos de poder, caracterizado por la reproducción de roles sociales, estatus, género, posición social etc. Nos puede llevar, a la sazón, a una franca contradicción con la Paz que buscamos.

Crio. Myor R. Lic. Javier Benavidez

*1.- Abraham Maslow Psicólogo Americano creador de la teoría de la salud psicológica.

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