Nombre:
Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 27 de diciembre de 2012

La ciudad crece y los problemas del tránsito vehicular también

Nuestra ciudad muestra, por estos días, un incremento sostenido de vehículos transitando nuestras calles; sin contar el hecho de que parte del emplazamiento urbano de la ciudad de La Falda, se encuentra atravesado por la Ruta Nacional 38, que ofrece ya un movimiento intenso de vehículos máxime en época estival. Es cierto que se advierte una preocupación y un trabajo de las autoridades municipales en el ordenamiento del tránsito vehicular, demarcación de sendas peatonales, bandas limitadoras de velocidad, con su respectiva carteleria, control vehicular de rodados menores en distintos puntos de la ciudad. Difusión por medios masivos de comunicación con recomendaciones valiosas para los conductores. Como así también un trabajo muy importante de educación vial en las escuelas que desarrolla CIPLA junto al Municipio. Pero el crecimiento de la ciudad conlleva situaciones problemáticas impensadas y que van más allá de los horarios habituales de congestionamiento vehicular y de los sectores de la ciudad donde ellos se producen, se diría que la ciudad no duerme y la regulación del tránsito por parte de los inspectores municipales tiene sus horarios de una actividad administrativa regular, que se extiende en lugares de mayor concentración urbana como es el micro centro. Comento una situación personal por la que atravesé, que de alguna forma ilustra lo que deseo reflejar: mi visión de la realidad en este sentido. Alrededor de las veintidós horas estacione mi vehículo en calle Santa Fe, a unos diez metros aproximadamente de la esquina con Av. Edén, cerca de la media noche cuando me retiro del local comercial en el que me encontraba e intento salir con mi vehículo, advierto que había dos vehículos estacionados en ambas esquinas de la arteria mencionada, así atrás y de ambas manos una cuadra de vehículos estacionados dejando espacio para la circulación de un solo vehículo. Realice varias maniobras para salir del estacionamiento cuando logro sacar el rodado de allí y me dispongo a ingresar a Av. Edén de la que me encontraba unos metros, un vehículo que circulaba por Av. Edén intenta ingresar por la calle en la que me encontraba, el mismo se paró frente a mi auto y de aquí en mas comenzó una situación que parecía ser una nimiedad, el vehículo que deseaba ingresar a Santa Fe no retrocedía, espere unos segundos para que lo hiciera porque los dos no pasábamos, al no responder, me preocupe ya que su actitud era de un conductor que buscaba problema, por su actitud hostil de cerrarme el paso deliberadamente. No hice lo esperado tocarle bocina, pedirle que se corriera, nada de ello es recomendable para estos casos, frente a un conductor violento, no se debe tomar contacto visual, se debe asumir una conducta pasiva y llamar a la policía para que resuelva la situación, cosa que hice, mientras esperaba una reacción positiva de él . Aun así, traté de correr mi auto hacia atrás para sacarlo de ese lugar, pero no lo logré, tenía escasa, casi nula, posibilidad de maniobrar, me tocaba el espejo lateral de mi auto con el auto que estaba estacionado en la ochava del lado derecho. En todo caso, necesitaba correrlo hacia adelante para tener mayor espacio de maniobra, pero estaba embotellado por el vehículo que insistía en que yo corriera el mío una cuadra marcha atrás entre dos filas de vehículos estacionados. Aún queriéndolo se hacía muy difícil de lograr. En así que mientras esperábamos, un familiar de quien escribe, le pide de buenas maneras a este Sr. que por favor corriera el coche, a lo que se negó. Lo que parecía algo sencillo de solucionar se transformó en algo más complicado, una familia que tenía su auto estacionado en el lugar y que pretendía retirarse porque su hijo se había descompuesto no podía sacar su auto hacia adelante porque estaba el de mi propiedad impidiéndolo. Me reclaman que les diera lugar para pasar, le explico que esperaba que el otro conductor corriera su vehículo. La Sra. con su hijo descompuesto reclamó al conductor aludido que obstruía el transito, pero este no respondió, siguió impertérrito en su posición beligerante. Así las cosas, la situación había concitado la atención de personas que estaban en el lugar. Una señora muy distinguida haciendo gala de un irónico discurso, explicaba a aquellos que llegaban al lugar lo que estaba ocurriendo. Su exposición era locuaz pero teñida de cierta animadversión para el género masculino que conduce vehículos, al decir ¡¡¡UN BOLUDO VIENE Y UN BOLUDO SE VA!!! están afectando a esta familia que tiene un hijo descompuesto. Por momentos la situación variaba de risible a dramática. Se diría que habíamos quedado ambos conductores según los dichos de esta señora reducidos a una relación objetal producto de una aprehensión más o menos fantaseada de los objetos, en este caso tipo esferoidal, en lo que para ella, uno y otro conductores pretendíamos desplegar nuestro conatus essendi (1) en forma irracional. En todo caso el sarcasmo denotativo hacia mi persona respondía a un reduccionismo salvaje de lo que verdaderamente ocurría. Consciente de que vivimos en un mundo donde los limites se corrieron y cada sujeto pretende ocupar todo el espacio que puede sin importarle el Otro, en el que la interpretación de la Alteridad suele responder con frecuencia a un acto narcisista, en el que el PODER tiene el papel protagónico, pues si cuento con él, le impongo mi voluntad al otro aún a costas de transgredir el acto moral o ético, o si se quiere, defenestrar la urbanidad, un valor trascendente que nos permite vivir en comunidad. Como civilización conocimos la Ética pero rehusamos sistemáticamente a aplicarla, en parte producto de un ideal cultural impuesto de omnipotencia. En todo caso como se ha sostenido somos potentes, pero también frágiles e inciertos. Seguía esperando que los acontecimientos se desarrollaran sin mayor violencia de la que ya se protagonizaba, obstruyendo el tránsito aún sin que yo lo deseara. Todo ocurría lejos de los ojos de los inspectores de transito, los que se trasladan en su mayoría de a pie y no consiguen vigilar este sector de la ciudad. En conclusión, los funcionarios policiales llegaron y con muy buenos modales y paciencia hicieron retroceder el vehículo del conductor, que veía en mí a alguien que intentaba menoscabar su poder y obstruir su deseo de protagonismo, aún en esa situación tan absurda que las circunstancias de la vida lo habían ubicado. Surge así una crítica y no una oposición a lo que se viene realizando en materia de tránsito vehicular la municipalidad. La política de seguridad pública sino contempla la parte tendrá dificultad para comprender el todo. Y el todo a su vez les permitirá comprender la parte. Este concepto Cartesiano es de suma importancia, ya que permite contextualizar los hechos de la realidad de forma más objetiva. Digo, se debería ampliar la mirada para la administración de las distintas actividades de nuestra ciudad, como lo debió haber hecho el conductor aludido cuya conducta puso al desnudo algunas cuestiones personales como también la de la seguridad urbana. El antropólogo Edgar Morin, refiere al respecto “la estrategia política, debe operar en diversos planos a la vez, lo que plantea incesantes problemas de prioridad. Como el automovilista que quiere alcanzar el fin de su trayecto del modo más rápido y/o tranquilo debe, en lo inmediato, evitar la calle obstruida, sortear una fila bloqueada, esquivar al peatón imprudente. A la vez que debe estar atento a lo que está más allá de lo inmediato hasta el límite de su campo visual, detectar el riesgo de embotellamiento, eventualmente estar dispuesto a modificar su itinerario. De modo que la estrategia política debe combinar lo inmediato, el mediano plazo y el largo plazo. Los tres tiempos deben trabajarse al mismo tiempo, es decir, deben hallarse presentes en el presente”.
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Javier Benavidez

1. Expresión latina: Ley del ser. E

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