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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 13 de diciembre de 2012

El Consejo de la Ciudad de La Falda pretende excluir la participación de los partidos políticos en la integración de ese cuerpo

La modificación del artículo 4 del reglamento interno impone que los partidos políticos no podrán integrar el organismo y basaron la posición en que los consejos anteriores fracasaron por la intervención de la política partidaria.

En el último plenario anual del Consejo de la Ciudad, se trató la modificación del artículo 4 del reglamento interno que señalaba “El Consejo de la Ciudad está integrado por organizaciones locales representativas de los sectores vinculados al desarrollo social y económico de la ciudad de La Falda, tal como lo dictamina el Artículo 177 de la Carta Orgánica Municipal. Las organizaciones que deseen formar parte del presente cuerpo deberán cumplir en un todo de acuerdo a lo normado por la Ordenanza vigente”.
La propuesta elevada, por algunas instituciones, modificaría ese texto, expresando que “El Consejo de la Ciudad está integrado por organizaciones locales representativas de los sectores vinculados al desarrollo social y económico de la ciudad de La Falda, tal como lo dictamina el Artículo 177 de la Carta Orgánica Municipal. No podrán integrar el Consejo de la Ciudad los partidos políticos, agrupaciones y/o movimientos políticos partidarios. Las organizaciones que deseen formar parte del presente cuerpo deberán cumplir en un todo de acuerdo a lo normado por la Ordenanza vigente”.
Se dijo que se aclaraba expresamente, “por la historia que tiene nuestro Consejo de la Ciudad en estos cinco años de funcionamiento, se discutió todos los años, y creemos a la luz de la experiencia anterior de consejos que implosionaron por cuestiones político partidarias, y esta etapa del Consejo estuvo exenta de eso y creemos fue una de las razones por las cuales el funcionamiento armónico que tuvo, hasta ahora, lo permitió esa exclusión. Así que queríamos que fuera taxativa…”.
Se prosiguió dando lectura a la Ordenanza Nº 2146 que sostiene en su artículo 3 que “…no podrán ser Consejeros aquellas personas que ocupen cargos en el Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Tribunal de Cuentas, tanto en el orden municipal, provincial y/o nacional”.
Ante esto, el único que planteo en disidencia fue el del representante del Centro Vecinal Villa Edén, Walter Bruno, quien manifestó que “me parece que primero habría que modificar la Ordenanza y con posterioridad el reglamento, ya que se estaba discriminando a instituciones, porque los partidos políticos no dejan de ser instituciones…para poder incorporar que los partidos políticos no estén representados o lo que fuera me parece que debería ser modificada la Ordenanza…porque un reglamento interno no puede más que una Ordenanza…”. A lo que se le respondió que “no, porque el Consejo puede dictar su reglamento sin injerencia del Concejo Deliberante”.
Este fue el eje de la discusión que se dio, la que contó además con las siguientes expresiones de otros Consejeros: “haciendo un poco de historia, porque a lo mejor hay consejeros nuevos, en su primer momento la Ordenanza anterior establecía que el reglamento que se daba el Consejo tenía que ser autorizado por el Concejo Deliberante, la practica nos indicó que nosotros debíamos tener autoridad para dictarnos nuestro propio reglamento interno, así lo sugerimos al Concejo Deliberante, lo entendieron así y aprobaron que nosotros nos dictemos, tal cual dice la Ordenanza ahora, nuestro reglamento sin injerencia del Concejo Deliberante, por supuesto que después que lo aprobamos informamos…y los fundamentos de por qué somos explícitos en esto es por lo que hemos explicado con respecto a los consejos anteriores, las consecuencias que tuvo, y nos parece importante que esté, no lo consideramos una discriminación, todo lo contrario, lo que consideramos es que esos factores son elementos disociadores en el seno del Consejo de la Ciudad por la experiencia que hubo, no lo inventamos, sino que así ocurrió, y a diferencia de esta experiencia, llevamos cinco años sin ningún tipo de conflictos, y, entonces, nos parece que lo debemos puntualizar para preservar el Consejo de la Ciudad, no creo que choque con la Ordenanza, sino que estamos puntualizando el hecho de los partidos políticos…porque político es todo. Lo que no quiere decir que si alguna organización político partidaria o de otro tipo quiera manifestarse aquí, pida entrevista o ser escuchado, obviamente que como a cualquier vecino el Consejo de la Ciudad lo recibe, pero el tema es su incorporación como miembro, porque es ahí donde se generan los conflictos…”.

“Quizás tendríamos que hacer foco en otro lugar, porque cuando hablamos de partido político, presentamos los dos mayoritarios, supongamos que son los mayoritarios, la transversalidad que tienen los partidos políticos hace que de una u otra forma cada institución esté condicionada a la opinión del partido político al cual de una u otra forma todos estamos alineados a algún partido político…Trato de buscar un paralelismo, hagamos de cuenta que hay ocho centros vecinales y una Federación de Centros Vecinales, participan todos los centros adheridos a esa federación y el presidente de la federación, evidentemente todos los centros vecinales tiene su opinión independiente, pero están bajo el control del jefe de esos centros vecinales. Acá, de una u otra forma, quienes representamos o quienes militamos en política o quienes nos sentimos representados por un partido u otro, aquella instituciones que según el color político de turno recibió algún beneficio, o no, del partido gobernante, de una forma u otra, la presencia de quien representa a ese partido, gobernante o de oposición, condiciona la decisión o la opinión libre, independiente de hasta lo institucional, porque a qué debe darle prioridad, al interés de la institución en si o al interés del partido al que representa o por el que se vio favorecida, apoyada o respaldada. Creo que perderíamos la diversidad enorme que tiene el Consejo, incorporando más instituciones, que haría falta, y tener la opinión de cada sector específico, no de alguien que representa por arriba a todos esos sectores específicos. No hablamos de partido político si o no, cada uno tendrá la línea política que tenemos, pero creo que como institución sobrevuela la posibilidad de que las instituciones de base o de las que nosotros somos representantes tengan independencia o no tenga injerencia un determinado partido político sobre la institución”.

“No comparto con que se esté discriminando a ningún grupo. El espíritu del Consejo de la Ciudad es recabar el sentir de la gente común, de la gente de la calle, de la gente que no tiene otra representación que no sea su institución civil. Eso te da, como decía Ariel, una independencia total. Yo acá puedo tener mi idea política, pero si una resolución del partido gobernante o de la oposición genera un conflicto o genera una situación que no revierte en un beneficio para mi vecino, para mi institución, puedo venir y hablar libremente y fundamentar porque me opongo a tal o cual resolución. No necesito hacer una gran exposición político partidaria del por qué. El tener fuera del Consejo de la Ciudad al partido político hace que las opiniones que emite este Consejo sean puras. Creo que nadie puede decir que una resolución, una sugerencia, de este Consejo estuvo dirigida a apoyar, o no, a un partido político gobernante, o no. El partido político tiene su ámbito específico, que llegue, o no, a tener el consenso de la gente como para estar en ese ámbito es otro tema, no es un problema de este Consejo. La gente de la calle, no tiene otro ámbito que no sea éste, esa si sería una discriminación, que en las reuniones de este Consejo tengamos que aguantar un impulso político partidario de dos ó tres horas, al repartidor de diarios, al agente inmobiliario, que dejó su trabajo para venir acá, que no cobra un peso, eso es discriminación, porque el partido político tiene su ámbito de discusión, de aportar ideas. Entonces, es fundamental para este Consejo seguir manteniendo la independencia total de cualquier partido político, esa me parece, desde mi punto de vista, y desde el punto de vista de mi institución, es la argumentación más fuerte que pueda tener…”.

Cabe apuntar que la modificación ha sido elevada al Consejo Deliberante para su información, de primar en el seno del Poder Legislativo la necesidad de modificar la Ordenanza deberá esperarse a su tratamiento para conocer si se mantiene, o no, la intención del Consejo de la Ciudad.

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Una contradicción rayana en el absurdo

Se reconocen como integrantes de una institución que practica la política, se consideran sujetos políticos, dicen que “todo es político”, pero pretenden erradicar a los partidos políticos del seno institucional.

Nada casual la intención que se ha abierto en el Consejo de la Ciudad, el tema de excluir a los partidos políticos de la participación en el organismo, no es nuevo, ya ha tenido su debate y se cerró atendiendo el espíritu que los convencionales elaboradores de la Carta Orgánica Municipal le dieron al instituto, lo que se encuentra plasmado en el registro de los debates que impulsaron esa legislación, habrá que buscarlos para refrescar sus alcances. Pero decía que no es casual, porque puede inferirse con claridad que el tema surge de la presencia del Presidente del Partido Radical como integrante de ese cuerpo en representación del Centro Vecinal Villa Edén, del cual también es parte. De las expresiones vertidas por algunos de los consejeros se extrae con meridiana claridad esa intención, porque sino lo hubiesen hecho antes ya que el consejero Carlos Mendieta pertenece a un partido vecinal. El argumento, cuando no fundamentación, es que estos cuatro años transcurridos sin que se hubiese contado con la participación de las expresiones partidarias locales han determinado un buen trabajo de ese cuerpo. Lo de “buen trabajo” depende del cristal con que se lo mire, no voy a entrar a ejemplificar.
Tampoco es intención de este escriba poner en duda la voluntad, la dedicación y el esfuerzo que demanda a quienes conforman el organismo su presencia en el mismo, pero tampoco que porque lo hagan en forma gratuita, sea esa una razón de peso para que tal altruismo impida manifestar las disidencias que se tienen con el accionar o atender a todas sus disposiciones como provenientes de un oráculo.

El Consejo de la Ciudad, como impone el Art. 177 de la Carta Orgánica Municipal “está integrado por representantes de los distintos sectores de la producción y del trabajo, asociaciones de vecinos, gremiales, profesionales y culturales, sociales y de universidades, instituciones intermedias, centros de estudio e investigación y cualquier otra expresión representativa de intereses de la sociedad (la negrita por decisión del autor)…”. Lo que está indicando que no excluye a los partidos políticos taxativamente, por una parte, y por otra, los incluye de hecho cuando sostiene “cualquier otra expresión representativa de intereses de la sociedad”, qué institución más representativa de los intereses de la sociedad que un partido político, ya que los integrantes del mismo tienen como objetivo gobernar la ciudad, y en consecuencia, se estima, son los que poseen un amplio conocimiento de lo que acontece en todo lo relativo a esa comunidad y al bienestar general de la misma. Tampoco puede dejarse de lado que no todos los integrantes del Consejo, supongo, pero sí que algunos, por su propia impronta, utilizan esa vidriera de exposición con fines políticos y que en más de una ocasión, si ya no tienen pertenencia a algún espacio partidario, hayan sido requeridos por alguno, baste como ejemplo la fórmula Juan Carlos Ottobre – Jorge Amelio Ortiz que en su momento integraran ese organismo y que desde allí fueran impulsados a la candidatura y posterior gobierno de la ciudad.
No he generalizado y en virtud de ello que se ponga el sayo aquel que se sienta aludido y al mismo tiempo se desprenda de la cuota de hipocresía que reconozca.

En los últimos tiempos, la ciudadanía, como producto del ejercicio democrático, ha ganado un importantísimo espacio de participación en la cosa pública, esa actividad ha provocado que los sectores político-partidarios hayan tenido que escuchar sus demandas, al tiempo de tratar de adecuar su actitud ante los reclamos de una sociedad que en defensa de sus intereses exige de transparencia en los actos de gobierno. Que siguen existiendo hechos de corrupción, no es necesario que lo afirme, baste con que recorramos parte de la información diaria para que tomemos cabal conocimiento de esos hechos y de otros que sin llegar a esa magnitud dejan que desear.
La intención, entonces, del Consejo de la Ciudad, debería ser, siguiendo ese derrotero, no tan solo admitir a los partidos políticos que estén dispuestos a incorporarse, sino incluso buscar la participación de los que sean remisos, porque se encontrarían con la posibilidad plena de hacerles conocer a diario que es lo que pretenden de quienes gobiernan y de los que van a gobernar a futuro, por otra parte aprovechar la estructura que esos enclaves tienen para mejorar sustancialmente sus sugerencias y propuestas, contando a su vez con el respaldo de la porción de sociedad que aglutinan.
La cuestión no es reducir sino ampliar la participación y tomar lo bueno de cada expresión desechando lo inútil y nefasto.

Entre los argumentos expuestos por algunos consejeros se cuenta el de que los fracasos que tuvo otrora el Consejo de la Ciudad se debieron a la participación, nada adecuada, de los partidos políticos y ante ello la imposibilidad de aplicar correctivos para evitar el colapso de la institución. No voy a negar que esto haya sido así, se llegó al colmo de tener un concejal-consejero, un verdadero despropósito que fue corregido por ordenanza, pero no podemos quedarnos en el pasado, es imprescindible mirar hacia el futuro y pensar que se evoluciona, por lo tanto partir de la hipótesis de la evolución política y ante la duda, abocarse a generar las sanciones correctivas para aquellos participes que no sean capaces de responder a las más mínimas normas de convivencia. Reitero hay que sumar, no excluir, la exclusión sólo provoca desconocimiento, discriminación y fomenta odios.

Siempre he pensado que el Consejo de la Ciudad debería ser la caja de resonancia de los grandes aconteceres de la ciudad, integrada por ciudadanos esclarecidos, íntegros, portadores de dignidad y coraje, por eso se me hace tan difícil admitir que se presente públicamente tamaña concepción de debilidad, sino pueden con los representantes de los partidos políticos la institución no tiene razón de ser, porque precisamente esta dirigida a sugerir encauses con el ánimo de morigerar impactos sociales negativos a un grupo gobernante que aglutina un importante poder y que proviene de un partido político.

En definitiva, no hay que temerles a los partidos políticos, hay que aprovecharlos incorporándolos al debate, y no porque el partido A incluya en su discurso algún reclamo al partido B, y éste le responda con otro, se interprete que es una perdida de tiempo o está fuera de contexto, hay que hacer propicia esa oportunidad para conocer los hechos del pasado que muchos desconocen, hay que abrevar en esa discusión, sin tomar partido, y si hacerlo en el momento de decidir cual es la mejor sugerencia a hacerle al gobierno de turno e imponer el criterio mayoritario con real fundamentación. Un criterio mayoritario que tendrá pleno espíritu ciudadano, ya que mal que les pese a los partidos políticos la representación institucional-ciudadana será mayor que la de tres o cuatro partidos reconocidos en el orden local. Lo que sucederá, siempre que los hipócritas y genuflexos no rindan sus banderas de representatividad ciudadana por alguna dádiva o reconocimiento personal a través de algún conchabo u otro beneficio.

La base que sustenta la política es el diálogo, el Consejo de la Ciudad es la herramienta que debe propiciar el diálogo y llevar a consenso las sugerencias de los grandes lineamientos de las políticas a implementar por los gobiernos de turno, no es poca cosa y para ello, vale repetirlo, hace falta dignidad y coraje, atributos que no da la exclusión por temor a ser influenciados o dirigidos.

N.H.

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