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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 1 de marzo de 2012

Algo sobre la historia

Por Alfredo Ferrarassi

En el programa del 18 de febrero de Hablemos Claro uno de sus conductores, Mario Thibault, hizo un comentario que me conmovió, puesto que pensé era una cuestión de mi personalidad, evidentemente contestataria, el discutir apasionadamente sobre, en este caso puntual, temas de historia, los cuales no son ajenos a la ideología con que se los aborde, de tal manera que según sea “el cristal” con el cual miremos el pasado será la visión que tengamos del mismo.
Antes de proseguir es conveniente aclarar que no hay una sola escuela que tenga la razón absoluta, que pueda ser totalmente prescindente del resto y saber que no necesitará de las otras en algún momento, al contrario hoy vemos que es una cuestión multidisciplinaria el abordaje de las ciencias sociales, aunque siempre debamos convenir que lo ideológico no estará ajeno jamás a esa cosmovisión del mundo, a esa superestructura ideológica que tengamos y la cual devendrá inexorablemente de la infraestructura económica a la cual adhiramos consciente o no de ello, aunque esto sea motivo de otra larga nota, ahora en cambio queremos ceñirnos sobre esa lucha existente, encubierta o no, sobre el lugar de donde nos nutrimos los historiadores o los comunicadores sociales como es el caso del citado periodista.
Volvamos entonces sobre el principio. Noté con cierta preocupación a Thibault hacer referencia a que se le criticaba por leer el diario Clarín o ver TN, como si tener a esas fuentes fuere algo malo, algo pecaminoso, en definitiva un estigma a partir del cual todo lo que haga estará siempre mal, solamente por el simple hecho de leer o mirar dichos medios.
Con muy buena esgrima verbal dijo que no importaba el origen de la información, siempre y cuando la información existiera, esto es que más allá que quien la edite, si la misma es veraz será indiscutible el acontecimiento en sí. Si ejemplificamos con las imágenes de la represión en Catamarca a los que defienden el derecho a una vida sana frente a la mega minería, nos daremos cuenta que se le podrá dar mayor o menor énfasis a la feroz golpiza, al exceso de la fuerza contra mujeres, ancianos y niños, pero lo que el cronista vio y luego escribió o lo que el camarógrafo filmó es algo que está al margen de donde sea publicado, porque lo que no podrá nadie es que en lugar de palos, escudos, balas de goma, gases lacrimógenos, abuso de la fuerza física, aparezcan escenas en donde la gendarmería en lugar de reprimir estaba dando besos a los niños, repartiéndoles golosinas a los párvulos, flores a las mujeres o ayudando a los ancianos a cruzar la ruta, eso difícilmente pueda ser adulterado porque lo que se vio es lo que realmente pasó, el periodista y el cientista social lo que harán es interpretar el suceso, ya sea para morigerar el impacto o para sobre dimensionarlo, pero en definitiva lo que pasó sucedió y contra ello no hay “tu tía” como hace décadas se solía sostener.
Esto que indudablemente le debió impactar al citado periodista, del cual no dudo en lo más mínimo de su honestidad debido a que conozco actos privados de notable nobleza, por lo cual quien tiene esa actitud difícilmente pueda, más allá de su preferencia partidaria, ser alguien que falsee la realidad a su antojo o designios inconfesables. Lo cierto es que es muy apesadumbrante tener que ser denostado por leer y/o mirar tal o cual medio, ya que ello solo debería ocurrir, al menos en teoría, en las dictaduras y no en los “procesos democráticos”, pero en nuestra América Latina la democracia se ha trastocado por populismo y en estos se suelen cometer tantos abusos que a veces se llega a dudar donde radica la diferencia entre ambas posiciones (populismo y tiranía).
Lo expuesto viene al caso porque la embestida sobre las ciencias, que le pueden ser criticas, que lleva adelante el gobierno nacional se ve ha calado hondo en algunos espíritus y sus conciencias se debaten en tratar de sobrevivir en este “Mar de los Sargazos ideológicos” propuesto, siendo entonces más simple inclinarse por aquello que garantice al menos cierta continuidad “estabilizadora” en medio de una crisis totalizadora que no deja a nada por fuera de lo estrictamente económico.
Lo preocupante es que muchos de los más acérrimos cuestionadores al uso de ciertas fuentes (diarios, canales, autores, etc.) son quienes hasta hace un tiempo han sido, en el buen sentido del término, progresistas y hoy están en una especie de “macarthismo” hacia quienes no tienen una confesión declaradamente oficialista, con lo cual la recomposición del campo popular e intelectual es una de las tareas más difíciles de concretar puesto que hay una verdadera confusión ya que al oírse ciertos nombres se piensa inmediatamente en que el progresismo, los protestatarios o los socialistas son todos indefectiblemente kirchneristas, cosa que no es cierta en absoluto ya que hay un amplísimo espectro de quienes pueden enrolarse en tales bandas que no adhieren en lo más mínimo a dicha posición, pero es sabido que en medio de la guirigay hay ganancia de los publicistas gubernativos.
Durante el Festival del Folklore de Cosquín el Psiquiatra Pacho O’Donnell presentó un trabajo discográfico sobre “La pasiones en la Historia Argentina”. Como en ciertos números se realizó una conferencia de prensa sobre lo que sería la posterior actuación, en ella con buena cintura y manejo del marketing lanzó una serie de apreciaciones sobre la historia académica a la cual denostó sin fundamento alguno, aunque logró acaparar la atención de muchos periodistas presentes. La calidad del espectáculo será harina de otro costal, por lo cual es más que secundaria su nueva faceta de artista del show business.
Lo cierto es que antes de la entrada a la misma hablaba con un colega, por el cual siento verdadero aprecio y respeto, sin embargo me sorprendió con una apreciación sobre un artículo que publicara en el Ecos de Punilla, ya que lo que fue cuestionado era la fuente que había citado, esto es un historiador que opinaba sobre el tema del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico “Manuel Dorrego” y lo hacía en La Nación, lo que me causó cuanto menos sorpresa, fue que no se detuviera en lo que sostenía el académico en cuestión, si no que lo hiciera en dicho medio, el cual evidentemente al igual que Clarín están demonizados por la actual gestión y ello es motivo más que suficiente para que lo que se diga esté en duda sobre su valor, solo por haber aparecido en alguno de los “enemigos” públicos que tiene la actual gestión.
Cuando estas situaciones se reiteran, las cuales no son nuevas por cierto, ya que aquellas contradicciones y enfrentamientos del primer lustro de la década del 50 se han reavivado fruto de una manera de gobernar mediante el constante enfrentamiento, el cual deviene de la necesidad de tener siempre una hipótesis de conflicto, enemigo a quien vencer. Entonces esa lucha entre estado – privados se traslada por un carácter transitivos a ciudadanos vs ciudadanos, entre medio un vieja sentencia se cumple a rajatabla: “divides y reinarás” y en esto el oficialismo es doctorado en la materia.
Lo grave de la situación es que merced a la intervención de “allegados transversalmente” a la historia, el discurso oficialista está ganando adeptos, los cuales, en su mayoría, están desprevenidos y han comprado una imagen falsa, devaluada de lo que es la ciencia, de la tarea silenciosa, añosa, de quienes tienen una labor académica.
Por ello no dejó de sorprenderme el argumento usado, tanto por quien me cuestionaba, como por el propio O’Donnell, dado que ambos son iguales, inexactos, el mismo podría ser resumido en que “la historia académica se pierde en estudios estériles, en cosas que no tienen valor, que pueden ser obviadas, como por ejemplo los estudios de la caña de azúcar o las actividades comerciales de algún almacén de campaña”.
También que en medio de tanta información la visión generalizadora no se desarrolla y que aquel que maneja pocos elementos, diríamos de cabotaje, pedestres, resulta en quien tiene mejor panorama de lo que ha sucedido, lo cual es una falacia total, pero que ha prendido y entonces lo que pudo haber escrito de manera somera Jorge Lanata, Felipe Pigna, o el propio Félix Luna (aunque ha sido infinitamente superior a ambos) está muy por encima de lo que pudo investigar Tulio Halperin Donghi, José Luis Romero, Milciades Peña o cualquier profesor universitario en la materia, con lo cual haber estudiado la ciencia histórica es cuando menos una desafortunada elección habida cuenta todo lo que puede encontrar y legar un aficionado. Lo que sucede es que por allí para entender cómo juegan esos estudios sobre la zafra o las libretas de los ramos generales campestres, hay que tener esa visión de las variables, hay que manejar metodología para poder encontrar las tendencias que pasan desapercibidas a quien solo busca la chismografía histórica como es el caso de los citados difusores.
Sin duda el modelo imperante necesita volver a imponer la idea de revisionismo histórico, aquella que tiene un eje en Mayo-Rosas-Perón, ya que es esta línea la que le da “legitimidad ideológica”, aunque si debemos ser objetivos jamás pudo el bonapartismo corporativo contar con una avanzada intelectual que le garantizara la justificación histórica a sus acciones y la legitimidad representativa del “ser nacional” que decía representar. Tal vez sea en estos momentos del mercadeo de las ideas, ese al cual hiciera referencia Alain Rouquié, que pasa en "la rosada”, cuando un grupo de pensadores que gozan de las mieles de los favores oficialista presta su nombre para las operaciones políticas que “la jefa” planifica, aunque esto no significa que concluida esta coyuntura gubernativa la continuidad de esta moda esté garantizada de cara al futuro, cosa que sí ha sucedido con la historia política, de orientación liberal o la económico social, filo marxista, las cuales hasta se llegan a complementar, gozan de buena salud y hasta llegan a incorporar aportes de otras ciencias sociales.
Pero ¿qué es el revisionismo histórico? Es el estudio y reinterpretación de la historia, la cual se puede hacer desde lo académico o desde lo emocional. La primera hace referencia a la necesaria reinterpretación de los hechos a partir de los nuevos conocimientos, de nuevos datos y de nuevos análisis que son los que arrojaran luz sobre el pasado que se estudia. En cambio la emocional es la manipulación de la Historia con inconfesables intereses políticos, en la que pesa más la fidelidad incondicional hacia el conductor (il duce) que la práctica científica. Reinterpretar el pasado, revisar los conceptos no está mal, es necesario para evitar el anquilosamiento de las ciencias, lo cuestionable es cuando se subordinada el conocimiento a explicaciones forzadas para producir la legitimización histórica de un movimiento político, porque es allí cuando se cometen los mayores desatinos.
El pasado, más allá de lo que podamos suponer, es dinámico, no es algo estático, ya que nos deja constantemente mensajes, por ello es que la Historia jamás va a tener fin, porque cada generación le hará diferentes preguntas, esas que son fruto de las necesidades epocales de lo que en el futuro se pueda tener. Los documentos son los mismos, lo que cambia es la manera de indagarla, por lo que las respuestas serán siempre diferentes según pasen los años, ya que la complejidad del pasado es tal que no se puede ceñir a la figura individualista de un caudillo o a la acción de personajes separados del contexto social, porque allí lo que se produce es simplemente la falsificación de la historia.
Recientemente hemos tenido noticias de que unos vecinos de La Falda han elaborado un proyecto sobre el rescate cultural de Piedras Grandes, el cual lamentablemente solo conocemos por sueltos de la prensa, sin embargo, el mismo gira en torno a lo arqueológico, por la serie de restos y pinturas rupestres encontradas allí.
Propuestas como estas son las que permiten rescatar la identidad que como ciudad hemos evidentemente perdido a partir del abandono de la actividad cultural sufrida desde hace varias décadas, por ello al tener el inmenso valor que posee esta iniciativa es que me atrevería a sugerirles que agreguen al estudio liminar algo que modestamente estimo por lo que he podido inferir de la escueta información que dispongo, que no olviden incluir la sabrosa historia que el sitio tiene todo lo inherente a la inmigración, especialmente italiana, ya que se instalaron allí una nutrida colectividad de ese origen, los cuales tuvieron una notable inclinación por el anarquismo y junto a otras comunidades mineras de la zona, concretamente en Valle Hermoso, protagonizaron largas luchas sociales por la dignidad del trabajador, los memoriosos recuerdan algunas marchas, junto a otro gremio que tuvo idéntica afiliación en La Falda, como fueron los gastronómicos y algunas protestas en las que se sumaron habitantes llegados desde Cerro Negro, solo que estos eran inmigrantes españoles y hasta solieron romper alguna vidriera en la Avenida Edén en alguna demanda social.
Aspecto este que no debe ser olvidado, ni pasado por alto, por todo lo que ese periodo encierra y sobre el que se deberán efectuar investigaciones documentales para su total esclarecimiento. Vaya entonces a los autores del mismo mis felicitaciones por la iniciativa y que continúen en la profundización del tema.

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