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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 12 de enero de 2012

David Lebón: parado en el medio de la vida

Impactante inicio de una nueva temporada del ciclo “La Falda bajo la estrellas” con la presentación de David Lebón y su banda. El gran guitarrista del rock repasó sus clásicos en un concierto emotivo.

Por Néstor Pousa

Es noche de rock en La Falda y, no sé a los demás, pero a mí se me acelera el pulso, tal vez sea un síndrome que me quedó de la época de los festivales que se hacían aquí. Los síntomas se acrecientan aún más si el que toca es Lebón, y en la platea está Mario Luna quien llegó hasta aquí avisado por una publicación que hice en mi perfil de facebook. Mario, de más está decirlo, fue el creador del legendario Festival de Rock en el que tantas veces brilló su amigo David Lebón; por eso no sorprendió que haya sido invitado como presentador adjunto la noche del sábado, función que cubre en forma oficial el MC local Ezequiel Giardelli.
Pero vayamos por partes. El agite empezó un poco más temprano de las 22, hora en que estaba programado el comienzo del show. Porque tres horas antes hubo una conferencia de prensa con los medios locales invitados por la Secretaría de Cultura faldense.
“Hace mucho que nadie me llama así”, me dice David cuando lo llamo Davis (leasé Deivis, su apodo de las primeras épocas), al final de una rueda de prensa que transcurrió en un clima de mucha cordialidad. Al músico se lo notó distendido en todo momento, y no le escapó a ninguna pregunta, aunque había advertido: “Sí me tocan el tema del estado de salud de Spinetta me pongo a llorar”.
A la noche, la intersección de Edén y San Martín se empezó a colmar de a poco. La hora de inicio se demoró y la asistencia ascendió a unas 2000 personas, entre fans y curiosos. Poco antes de las 23 llegó David como un gurú seguido en fila india por los integrantes de la banda. Subió al escenario casi obviando las formalidades de las presentaciones, marcaron tres y la magia empezó. Lo primero que se escuchó fue En una hora, tema de su más reciente y muy buen disco titulado Deja Vu, fechado en 2009 y que jamás fue presentado, ni en Córdoba, ni en el país.
Mundo agradable, a continuación, dejó en claro una vez más que los temas de Seru Giran son piedras preciosas que tienen el don de la inmortalidad.
Siguió otro de los nuevos, Sos mi oasis, con un largo pasaje de improvisación para que se luzca una banda que, aún sin ensayo, toca de memoria, y no necesita mirar a su líder para saber que tienen que hacer cada uno. Entre ellos el Negro Colombres, un histórico de la batería que volvió al lado de David; y Adriana una guitarrista que se pela los dedos para no desentonar.
El Ruso, mientras tanto, mantenía su muy buen humor de la tarde, haciendo chistes permanentemente y tomándose con calma los notorios desajustes de sonido (“Son años de esto”, comentó resignado y suspirando); y del incontenible viento que azotaba el escenario (“Mario hoy no llueve, pero mirá que viento, ¡dejate de joder!”, bardeó en broma a Luna que seguía atento el show desde la primera fila). Sin embargo, y por algunos cometarios, se percibía en David cierta angustia.
“Esta guitarra es nueva, me la compraron Uds., gracias”, dijo al colgarse una Les Paul dorada flamante. Repetirá varias veces ese nuevo latiguillo, es la forma que encontró para agradecer a su público.
Entre tanto dato anecdótico seguía apareciendo la música de este prócer del rock a punto de cumplir 60, reconocido como uno de los mejores guitarristas de rock y blues del país, que sin dudas rankea en el top five de la especialidad. Elija el avezado lector a los otros cuatro. Y como si fuera poco, un creador de canciones insuperables, de esas que la gente siempre quiere volver a escuchar. Parado en el medio de la vida o Cuánto tiempo más llevará fueron parte de la lista. Set de guitarra acústica y piano después para la reflexiva No sería yo (“Si pudiera darte más de lo que soy, si pudiera olvidar este dolor, no sería yo”), y San Francisco y el lobo, su pieza solista en Seru.
Hasta que llegó “el” momento del show. Alguien pidió un tema que remitía a Pescado Rabioso, la banda que integró junto a Luis Alberto Spinetta en 1972. Otra voz pronunció el nombre del Flaco. David hizo silencio y luego dijo: “A ver, como les explico esto”, miró para atrás, señaló a Colombres y expresó: “El Negro zafó, pero mis amigos se están yendo”, y se quebró en llanto. No pudo seguir hablando, y fue el mismo Colombres con su experiencia quien piloteó el momento arrancando con la intro de batería de Sueltate Rock and Roll para pasar el mal trago.
David Lebón no se viste de estrella de rock, ni lo quiere ser, a cada paso va dando muestras de que su rol preferido es el de anti-héroe. Lo insinúa en El tiempo es veloz (“Vos me tratás como si fuera algo más que un ser”) canción que aún quebrado, en el final de su presentación faldense, no pudo terminar de cantar.
Este Oscar David Lebón, como se registra en los hoteles, reniega de ser ídolo y lo asusta que lo llamen Maestro, porque -dirá- se siente un hombre común al que se lo privilegió con un don que algún día tendrá que devolver.

De gira con Lebón. El lunes 9 por la noche estuvimos compartiendo la charla abierta al público que dio David Lebón en el pub Sesto Senso de la vecina Río Ceballos. Allí contó que empezará a trabajar en su biografía junto al periodista Víctor Pintos. La misma ya tiene nombre: Parado en el medio de la vida, un título que según confesó lo identifica con este momento.

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