Nombre:
Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 12 de agosto de 2011

Negocio Inmobiliario = Destrucción Patrimonial

Por Alfredo Ferrarassi

Allá por la primera semana de septiembre de 2003 escribíamos una gacetilla de prensa “Peligro vienen por más”, en ella hacíamos referencia a los planes del recién asumido gobierno de Sestopal sobre las tierras del Edén Hotel y otras especulaciones inmobiliarias que se estaban preparando.
También recuerdo que hicimos entrega de la misma a los medios y que en una radio que por entonces funcionaba en la calle Mariano Moreno (Radio del Valle), un periodista de gruesos bigotes y potente voz nos dijo al leerla...”Che asumió hace una semana, al menos denle unos días más sin criticarlo”
Han pasado 8 años de ignominia sestopalica, todo lo que advertíamos y que podía sonar a despropósito resultó poco, ya que jamás se vio en la historia local semejante avance sobre los bienes públicos y la trama de negocios que giraron en base al privilegio que tuvieron los amigos en esta estructura de gobierno.
Algunas cosas eran tan evidentes que hasta el más desprevenido de los vecinos podía intuir que “algo olía mal en La Falda”, otras se las podía descubrir a partir de ciertas declaraciones de los funcionarios, que ciegos por el poder y la creencia que jamás serían vencidos habían subestimando a la población, otro elemento resultó el no ocultar el desparpajo que presentaban a exhibir los nuevos bienes adquiridos. Todo esto conformaba un “combo” indisimulable de lo que podría pasar si continuaban por esta senda y que de ultima fue lo que el pueblo, voto mediante, le dijo basta.
Veíamos con dolor que el patrimonio cultural y arquitectónico de La Falda caía bajo la piqueta del supuesto progreso, el cual no era nada más que un negocio inmobiliario muy rentable que los “friend” manejaban a total discrecionalidad.
Tratar de desentrañar la urdimbre de lo que sucedía era prácticamente una tarea titánica por la falta de ciertos elementos que permitieran comprender en total profundidad el proceso que se estaba gestando.
La invitación a asistir al Foro en Defensa del Patrimonio Cultural de Córdoba y adhesión a Carta Córdoba, se convirtió en la llave que nos permitió comenzar a abrir las puertas del conocimiento y poder entender la arcana malla de lo que sucede tanto en la ciudad capital, como en el Gran Córdoba, del cual pasamos a formar parte, merced al reciente camino del Cuadrado.
El modelo planificado por los dueños del poder provincial es el de una Córdoba ciudad tipo Dubái, en donde lo que está en venta no solo es la tierra, sino el aire, esto es crecer en altura para aprovechar al máximo los terrenos donde se edificarán torres descomunales.
Hasta aquí sería algo que podría ser definido como un proceso de progreso sostenido gracias a una coyuntura económica favorable, lo que sucede es que el mismo en su sed incontrolable de espacios avanza sobre el patrimonio cultural destruyendo los bienes que hacen a nuestra identidad. Así tenemos faraónicos proyectos sobre el edificio del Banco de Córdoba, lo cual haría peligrar la designación de Patrimonio Cultural de la Humanidad a la Manzana Jesuítica y otros sitios en donde conseguir esta distinción fue un largo trámite que tuvo un resultado justiciero.
Barrios como Nueva Córdoba y General Paz han sido arrasados, sufriendo la pérdida de valiosos espacios que hacían a su identidad e historia. Esto tiene un costo que no puede ser compensado por los imponentes edificios que se construyen, ya que lo que se está perdiendo es el patrimonio intangible, ese que nos identifica y nos brinda un perfil distintivo como sociedad.
Se hace necesario entonces destacar que Dubái se erigió en un sitio donde no existían la serie de monumentos históricos que posee nuestra capital provincial y que por ende ese progreso no es cuestionable en tanto solo modificó el paisaje existente con la impactante ciudad erigida.
El Emirato citado ha tenido ese desarrollo gracias a los petrodólares que se volcaron en las empresas constructoras. En nuestra provincia, no hay explotación petrolera de momento, pero si existe una enorme riqueza de origen sojero que es la que pone en peligro el pasado cordobés.
Los proyectos que se elaboran y las planificaciones urbanísticas no contemplan la preservación de los bienes culturales provinciales, si no todo lo contrario y lo que es peor existe una tendencia en los nuevos profesionales a no tenerlos en cuenta.
Hasta aquí el panorama de la docta, el cual por la expansión de la misma ha generado un fenómeno nuevo como es el del Gran Córdoba, esto es ciudades, que al igual de lo que sucede en Buenos Aires, sirven o como poblaciones dormitorio o como sitios comparables a un “country abierto” en medio de paisaje imponente y una tranquilidad pueblerina.
La Falda no es ajena a este proceso, en el cual las recientes declaraciones del Secretario de Turismo sobre el cambio que se viene, al poderse contar con estos elementos de análisis, cobran un significado diferente y desnudan a una administración que solo pensó en un “desarrollo” de espaldas al respeto de los bienes que conforman el Patrimonio Intangible.
Si observamos veremos que se han demolido tres esquinas de La Falda y en ellas hay planificados edificios en altura que estarán cambiando, no solo la fisonomía del lugar, sino poniendo en jaque a la infraestructura existente por un crecimiento superior a la capacidad de aquella.
La no existencia real de la Junta Municipal de Historia ha permitido tener piedra libre en cuanto a que no existe un ente que pueda controlar y encomendar acciones concretas en la preservación patrimonial. Así sin obstáculos reguladores se han podido violar por ejemplo el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre de 1966, la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la UNESCO, Paris, 1972 y la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, Paris de 2003 por citar solo algunos.
El gobierno saliente no ha puesto límite a la destrucción patrimonial y abandonó su cuidado (Museo Ambato) y su preservación, subordinándose a los intereses inmobiliarios que son parte de ese grupo de poder paralelo que tiene en la especulación su cara más visible.
La pretendida modificación del Código Urbanístico hubiera permitido erigir edificios de hasta 10 pisos es una clara muestra de ello.
La modificación de la Avenida Edén a partir de los elementos señalados cobra otra dimensión, ya que es parte de un plan más amplio que se tenía para la ciudad, sin haber consultado previamente a los vecinos y en donde el rol que se le asignaría a nuestro pueblo es el de ciudad satélite del Nuevo Gran Córdoba y en el que el reciente inaugurado camino cumple un papel determinante.
Para imponer esto, que solo beneficiaría a los amigos, han contado con la información con la suficiente antelación necesaria para mover sus piezas con total libertad y bien es sabido que quien tiene el manejo del conocimiento también posee la posibilidad de detentar poder tanto económico como político.
Si tenemos en cuenta el planificado modelo urbanístico Dubái nos cerrara entonces nuestro “boulevard Hollywood” que termina en una palmera que así cobra un significado simbólico importantísimo, pero las coincidencias se amplían cuando se observan los proyectos “congelados”, por ahora, de edificar en la sede central del Banco de Córdoba y las modificaciones planificadas en el Edén Hotel, ya que hay coincidencias de estilos, de avance sobre el patrimonio histórico y los que es preocupante el desprecio por el bien patrimonial.
Si observamos que se ha planificado un spa, el funcionamiento de un “petit” hotel, más el uso arriesgado de los salones para fiestas con alto impacto sobre la estructura, a lo que podemos sumar el “desmonte” ejercido sobre especies añosas del parque, tendremos que aquí tampoco importa el futuro que ese monumento puede llegar a tener, ya que lo único que a lo que se aspira es a poder avanzar sobre las tierras circundantes de altísimo valor en dólares.
La destrucción de un bien cultural se ejerce de varias maneras, la primera es ninguneando su rica historia, inventando relatos como se hace ahora, estando entre lo más preocupantes la aparición de ficciones sobre fantasmas, con lo cual de a poco se va horadando el carácter que tiene, pero lo peor es que uno de los mentores de semejante despropósito es alguien que sería empleado municipal y que presta servicios en dicho centro, con lo cual tendríamos un cuadro alarmante, ya que fondos públicos (sueldo) no cumplirían la función lógica y se utilizarían en beneficio privado.
La otra, es que si se desarrollaran los proyectos existentes, tendríamos un sitio patrimonial desvirtuado, lo cual significaría la perdida de todo su valor y lo que puede ser aún peor, es que no sabemos si el edificio puede soportar sin riesgo alguno el constante ajetreo al que es sometido, ya sea por contaminación sonora de las fiestas “retro” o por el constante deambular de las visitas guiadas.
Otro caso emblemático es el del destino de la casa proyectada por Vladimiro Acosta, la cual es una construcción de culto y estudio por lo que significó este profesional en la historia de la arquitectura nacional e internacional. Corren numerosas versiones sobre lo que se haría en el inmenso parque que posee, siendo por lo tanto urgente la designación como Monumento Histórico Municipal para preservarla y evitar así su destrucción por modificaciones.
Si comparamos casas emblemáticas de Córdoba, tendremos que en la capital provincial se destaca por el valor del proyecto y su concreción la de Alexandre Gustave Eiffel, la cual es comparable a la existente aquí en nuestra ciudad, ya que el significado que ambas propiedades poseen las hace únicas y reitero, son lugares de constante visita por lo que significaron sus hacedores en el firmamento cultural de sus especialidades.
Estimamos que antes que sea tarde se impone la creación de un organismo que haga un relevamiento, estudios de impacto ambiental de las obras planificadas, a la par se cuide nuestro pasado identitario ya que el patrimonio cultural que se pierde es irrecuperable y con él se va una parte de nuestra historia, como también el nexo que tenemos con las raíces que por nosotros y por nuestros descendientes debemos preservar, ya que es el legado que nos dejaron y el cual debemos transferir a quienes nos sucedan en el tiempo.




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