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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 21 de julio de 2011

Denuncia pública “Juan Pablo y Juan Castillo, administradores del 7 Cascadas, me coimeaban y me exigían pedir entradas para revenderlas, por dejarme c

El playero, que trabajaba a voluntad y generosidad de los visitantes al Complejo 7 Cascadas, denunció que el administrador y el capataz de ese predio le exigían dinero o la recolección de entradas que luego revendían sus esposas, como cajeras, y que la razón manifestada para echarlo fue que había votado a la contra.

Víctor Ledesma, playero que a voluntad de los visitantes cuidaba autos en el Complejo 7 Cascadas, denunció, en el programa Hablemos Claro que conduce Mario Thibault, que el administrador Juan Pablo (del que dijo no recordar su apellido y que luego por vía telefónica se informó sería Locastro) y el capataz Juan Castillo lo coimearon y le exigieron pedir entradas a los visitantes del complejo que revendían.
Ledesma, que se mostró seguro y molesto durante la entrevista, mantuvo que “hace dos años que empecé a cuidar autos, porque ellos me lo pidieron, en la punta del puente arriba, los que no llegaban a ingresar al 7 Cascadas, después me propusieron que lo hiciera en las playas abajo en el predio, Juan Pablo, actual administrador, un tal Moyano que después se fue, y Juan Castillo. El servicio se prestaba a voluntad del visitante, lo que se informaba en un folleto. En la temporada 2009 – 2010, les dije que iba a probar un par de días y las cosas salieron más o menos bien, pero ellos me pidieron que les diera 200 pesos por día al administrador, ellos me coimeaban, vamos a decirlo en claro, era una coima. Entre el 6 de enero y hasta la segunda quincena de febrero entran aproximadamente unos 500 autos diarios, son dos playas muy grandes.
En la temporada pasada (2010 – 2011) la cosa cambio, la gente nos daba dos, tres pesos, era muy generoso el que te daba 10 pesos, y no me rendía, y les dije que quería abandonar, me dijeron que me quedara y me bajaron a 100 pesos, y después porque reitere el que quería abandonar, porque me quedaba muy poco, entonces me llaman un día a la administración Juan Pablo y Juan Castillo, les dije que me iba porque no me convenía, entonces me propusieron que les juntara las entradas cortadas, que se las pidiera a los turistas cuando se iban, porque las entradas no tienen fecha y se pueden volver a usar me dijeron. Un día logré conseguirles 60 entradas entre mayores y menores. Se las entregaba a Juan Pablo o a Juan Castillo, ellos las revendían al otro día, porque sus mujeres, Flor y Emilse, son cajeras”.
Agregó que “así estaba trabajando, a mí me convenía porque tengo el 80% de invalidez, me están haciendo los trámites para una pensión. Este trabajo lo hacia por necesidad, necesitaba la plata, no tengo de dónde sacar, tenía que hacerlo, pero ellos me estaban coimeando. En la última discusión les dije que ellos tenían un sueldo seguro en la municipalidad, para qué quieren seguir coimeándome a mí. No tienen vergüenza, les dije.
El viernes pasado, me dijeron que yo estaba cobrando las entradas. Cómo voy a hacerlo, les dije, si ustedes cobran de 10 a 5 de la tarde, después la gente no entra y no quiere pagar, se vuelve. Me dijeron que estaba cobrando, que me dijo éste, que me dijo el otro. Con el perdón de la palabra, les pregunté quién anda con el puterio acá, que a cada rato me llaman ustedes, tráemelos acá. Entonces me dijeron que les habían dicho Patiño, Ariel, los artesanos, la señora que vende canastos. Les dije que dejaran de oír puterios y que se quedaran hasta la seis de la tarde que es cuando yo me voy, de noche no se puede cuidar autos ahí, si fuera en verano es otra cosa, porque a veces se llega hasta las nueve y media, diez, porque la gente se queda hasta esa hora, ahora en invierno no… y por último me dijeron vos votaste en contra. Y les dije, porque me cansaron, si, les voté en contra. Por qué, qué problema hay, porque ya me cansé de que me estén coimeando, porque tengo que andar pidiendo las entradas, que esto, que aquello. Te parecer, le digo, vos tenés un sueldo, todos los meses cobran ustedes, yo a veces vengo y acá no hay un peso, te acordás cuando las playas estaban llenas en verano y se largaba el agua a las doce, a la una, de la tarde, que toda la gente se iba y no me daban ni un peso, y yo trabajaba al divino botón…”.
Ledesma aseguró que “nunca me robaron nada y en el verano la policía mandaba dos agentes, a las dos de la tarde, para las playas y otros que andaban caminando. Nunca hubo quejas, que me digan si faltó o le robaron algo a algún auto. Finalmente, el lunes pasado, me echaron. Andate, me dijeron, porque que yo cobraba entradas, y, los dos me dijeron, porque vos votaste a la contra”.
Finalmente, mantuvo que “hay testigos de esto y voy a repetir lo mismo donde sea, porque yo voy a decir la justa, porque ellos me han tratado muy mal a último momento. Hay testigos del negocio que ellos hacían ahí y tengo testigos de que yo pagaba”.


La necesidad, la corrupción y la venganza política

La denuncia que se ha publicado en la nota central, vuelve a demostrarnos, como decía la abuela, que “la necesidad tiene cara de hereje” y que hay quienes se aprovechan de ella para corromper a los que la sufren.
Víctor Ledesma dice que esta imposibilitado para desempeñar otras actividades y que algún dinero hacia con este trabajo de cuidar autos en el Complejo 7 Cascadas. Claro que para ello en principio debió soportar que el administrador y el capataz, que aparecen como las autoridades a cargo del complejo, “por la gauchada” se quedaran con 200 pesos y luego con cien pesos, cuando la cosa parece que no fue bien, de lo que recibía de la generosidad de los visitantes al complejo. Esto de por si ya está fuera de lugar. Pero, lo más triste es que cuando aparentemente decidió abandonar, porque no le era rentable, lo indujeron a pedirle las entradas ya expendidas a los visitantes del complejo para luego revenderlas a través de sus esposas que eran cajeras. Este es un claro acto de corrupción, que no tan sólo induce a cometer un acto delictivo a un necesitado, sino que además atenta contra los ingresos municipales. A lo que hay que sumar, que en una clara acción de venganza política, de acuerdo a lo que sostiene el denunciante, se lo deje sin esa posibilidad de conseguir una entrada de dinero por el sólo hecho de que votó “a la contra”. Sin dudas, una demostración más de la incapacidad para admitir una derrota electoral, cuando menos, o la posibilidad de encontrarnos ante algún nuevo negociado o beneficio espurio generado con la intención de instalar a alguien en ese lugar tras el traspaso de la gestión a las nuevas autoridades. Porque hay quienes sostienen que la nueva gestión de gobierno deberá, por falta de tiempo, mantener la situación en la que se encuentran quienes desarrollan actividades en el Complejo 7 Cascadas.
De todas maneras, ante esta oportuna denuncia, las autoridades del Ejecutivo como las del Concejo Deliberante deberán tomar cartas en el asunto iniciando los actos administrativos pertinentes y los pedidos de investigación judicial que correspondan, con el objetivo de deslindar responsabilidades y evitar las posibles suspicacias que hablen de “robo para la corona”.
No obstante, los números que dejó para el análisis la denuncia de Ledesma nuevamente ponen en el tapete la vieja discusión de la falta de transparencia y control en los dineros que ingresan por las actividades que se desarrollan en el Complejo 7 Cascadas, sería oportuno que las autoridades municipales aprovechen la circunstancia para esclarecer a los vecinos sobre el particular.

N.H.

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