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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

lunes, 1 de agosto de 2011

La historieta de la historia

Por Alfredo Ferrarassi

Cuando pensaba que la polémica entraría en una etapa de calma hasta que asumieran las nuevas autoridades a las que solicitaríamos la modificación de la fecha de nacimiento de La Falda, dos notas aparecidas en Ecos de Punilla nos llevan nuevamente a tener que hacer apreciaciones al respecto, con el agregado que los dos autores son personas por las que sentimos un sincero y profundo afecto.

Seguramente las respuestas podrán ocasionar algún roce, pero es necesario profundizar las mismas porque en La Falda las cuestiones históricas que no se replican equivalen a aceptar y como estamos persuadidos que no se debe ser silente y menos otorgar, dado que por allí se puede confundir con renunciar a la verdad, es que nos vemos en la encrucijada citada.
En primer lugar quisiera responderle a la concejal Ana María Nieto. Entiendo que no debe haber sido su intención verse en medio de un conflicto y menos que este se plantee “como peludo de regalo” al nuevo gobierno, pero lo cierto es que no hay alternativa alguna al respecto porque sucedió que el tema fue mal planteado desde el comienzo, cuando hubo un proyecto que ya tenía una fecha elegida y se usó a los especialistas como convidados de piedra en una actitud reñida con toda norma ética.
Lo correcto hubiere sido formar una Comisión Ad-Hoc y que ésta o en su defecto la Junta de Historia, dieran un dictamen, el cual debería haber sido entonces el que tratara el Poder Legislativo local, pero nada de ello sucedió y la respuesta a semejante atropello es la negativa en bloque por parte de quienes estudian el pasado local.
Quisiera aquí detenerme un instante para que se pueda observar cómo han sido resueltos temas similares o de índole histórica en otros lugares, por la cercanía citaré lo sucedido en la Ciudad Autónoma de Buenos y que saliera editado en el Clarín del 11 de Julio en las páginas 48 y 49. Allí puede observarse que los barrios porteños, en total 22 de ellos cuentan a partir de la fecha de sus propios escudos, los cuales fueron, en algunos casos propuestos por ciudadanos y resueltos por las Juntas de Historia respectivas, para ser aprobados a partir del dictamen por la Legislatura porteña.
Ese paso tan simple, diría elemental, es el que no se dio en La Falda, ya el cuerpo legislativo se arrogó un rol para el cual no está preparado, como es el de pretender a partir de haber pedido información y/o documentación haber ambicionado realizar profundas investigaciones históricas, tal cual lo manifestara uno de ellos. Esta situación fue irritante ya que cuando se piensa que por ser concejal se sabe todo y de todo, lo más seguro es que por esa soberbia imperante, no se sepa nada de nada y vaya si cuesta asumir esa carencia.
Pero más allá de esta situación, lo que es lamentable, por lo que encierra, es la frase “Vale entonces pensar en utilizar el mecanismo de consulta popular”. Esta postura fue planteada en 1991 por otro concejal cuando ante la contundencia de los argumentos de miembros de la Junta de Historia de Córdoba respecto a la no existencia del 11 de Junio y menos de su influencia directa en la aparición de un pueblo, al carecer de respuesta alguna, pretendió tener razón a partir de votar una fecha mediante un plebiscito. Esto significó por largos años ser centro de chanzas en los círculos académicos por tan desopilante postura.
Hoy a veinte años de aquella desafortunada visión de la ciencia, vuelve a repetirse la misma historia, la misma posición, el mismo error, ya que aunque suene duro o pueda parecer antipático, hay temas científicos que no son opinables y menos desde la absurda vesania de creer que porque se cuente con votos en una cuestión de tamaña importancia se tiene razón.
Quiero creer que se trata de una posición desafortunada que solo buscó terciar en un tema, en el que lamentablemente alguien saldrá lastimado, al menos en su orgullo y así “tratar de ser salomónico” en la encrucijada en que está la cuestionada Ordenanza 2376 y que esto no volverá a repetirse, puesto que de ser una tendencia respecto a como debe ser tratado cualquier conocimiento científico, lo que nos espera es más y peor de lo que pensábamos ya nos volveríamos a ver con la derrota del marquismo.
La otra respuesta es a la extensa nota de Alberto Moro en la cual vierte una serie de opiniones que ameritan un análisis detallado y la contestación respectiva. Veamos, es cierto que La Falda no tiene un pasado “heroico” o la gesta de algún conquistador medieval, pero en cambio es, al igual que el resto de Punilla, hija de la visión de Domingo Faustino Sarmiento sobre las bondades climatológicas de la región y del aliento que hizo a las inversiones en esta, entre ellas la del ferrocarril, de tal manera que si es por tener un pasado cargado de prestigio e importancia internacional, vaya si el maestro de América hizo lo suyo por el valle.
Sin dudas el FFCC tuvo un impacto en cuanto a las comunicaciones por donde pasara, al grado que ese contacto permitió unir puntos distantes en toda la Argentina y que cuando por una equivocada política neoliberal se lo cerró, esos mismos puntos languidecieron hasta convertir a algunos pueblos en prácticamente fantasmas.
Las sierras y en especial nuestra ciudad fueron un sitio de inversión, no por la belleza paisajística, si no por las condiciones favorables para la lucha contra la tuberculosis.
Es este el único motivo por el cual un grupo empresario decidió construir un hotel spa para que allí se pudieran reponer quienes padecían este flagelo o alguna otra patología respiratoria.
Sentimos orgullo de haber sido “pioneros” en escribir sobre las razones verdaderas que motivaron la construcción de dicho hotel. Hoy, salvo en La Falda, en todo el mundo se refieren al mismo como un centro de lujo en la restauración de la deteriorada salud.
En cuanto a “La Casa de las Columnas” debemos señalar que era el equivalente a una estación de trenes con el aditamento de otras comodidades y servicios para turistas y lugareños.
Cuando mencionamos a estos nos referimos a vecinos de Huerta Grande, jurisdicción de donde dependía el Edén Hotel, y San Antonio o Valle Hermoso, más aquellos que pudieran tener alguna actividad rural allende el Paso de los Quinteros.
Si nos referimos a esto es porque el amigo olvida analizar la historia tal cual era, no como la observamos hoy, siendo este el verdadero nudo gordiano de nuestro pasado, ya que indudablemente es imposible en 1914 imaginar la ciudad actual, al grado que un portón marcaba la entrada al Edén Hotel en el comienzo de la actual arteria principal. Es decir que quienes trabajaban en la famosa casa de la amplia galería eran indudablemente habitantes de los sitios antes mencionados.
Jamás se nos ocurriría ningunear a aquellos esforzados vecinos, que sin duda hicieron sus aportes de manera indisimulada a la historia de nuestro pueblo. Lo que sucede es que se debe encontrar el punto “fundacional” de nuestro terruño, aquel que da origen a lo que actualmente somos y es por ello que no podemos obviar que la impronta como génesis del lugar nace con la venta y escrituración del primer lote.
En efecto, se habla floripondiosamente de la antropología, sin embargo se olvida analizar que la vida social pasa por la larga calle que lleva hasta las puertas mismas del hotel, como así mismo que la zona que corre desde la ruta nacional 38 hasta la avenida Argentina (ex El Deslinde) se la llamó en los planos Pueblo La Falda y de allí hacia la cadena montañosa Vila Edén. Esto era una tendencia epocal, si no baste recordar Pueblo General Paz, Pueblo Güemes por solo citar algunos de la ciudad capital. Esto reitero no significa menospreciar a quienes pudieren estar desde las vías del ferrocarril hacia el oeste, pero lo concreto es que la vida social se desarrolló hacia el este de manera indiscutida y que con los años habrá una integración de todos los sectores para conformar la actual ciudad.
Por ello cuando la enorme extensión de tierras de la Estancia La Falda y Edén Hotel se fracciona nace un pueblo tal cual lo apreciamos hoy, de allí que las expresiones xenofóbicas sobre las especulaciones de “unas personas, unas familias o un grupo, ni siquiera argentinos” sea una desafortunada apreciación de la historia.
Tampoco se pueden proponer fechas al azar, porque debemos tener más o igual antigüedad que Huerta Grande, Valle Hermoso o Capilla del Monte, ya que ni por ser más antiguos, ni por ser pioneros en lo turístico, al menos en la zona centro de Punilla, vamos a ser más importantes, lo realmente trascendente es que gracias a esta actividad los dos pueblos que conforman la conurbación citada no pudieron desarrollarse al ritmo e importancia que La Falda tuvo.
La Historia se debe escribir como realmente fue, no al servicio de un interés, en este caso el ligado a aquella actividad, por ello es menester darnos cuenta que los vecinos y especialmente los jóvenes necesitan de manera imperiosa encontrar sus raíces, porque de continuar así nos será tremendamente difícil poder integrarnos para tener un crecimiento armónico y sostenido.
Aquel que no quiera darse cuenta de la importancia de contar con una Historia General de La Falda que nos ligue, es cuanto menos un pérfido “opinator” que nada aporta al conocimiento del pasado.
Para concluir, al menos por ahora, no creo que haya habido mala fe de parte ni del autor de la desafortunada Ordenanza, ni de la visión electoralista de la Concejal y menos aun del amigo Moro, pero lamentablemente en lugar que el tiempo se ocupe productivamente en la búsqueda y escritura de nuestro pasado, volvemos a volcar ríos de tinta en notas, que tienen un valor momentáneo, pero que poco aportan al conocimiento de nuestra historia.
La situación lamentablemente tendrá que ser resuelta por el futuro gobierno y somos conscientes que deberá afrontar múltiples problemas, a los cuales hemos hecho referencia en notas anteriores, entre ellos estará éste, que de haberse aplicado el sentido común no hubiera tenido el costo que puede llegar a tener, ya que si menospreciamos el tema o lo ninguneamos seguiremos dilatando hacia adelante un conflicto que se debe resolver a mediano plazo, puesto que es tan importante para el desarrollo social de La Falda como lo son los otros problemas que se deberán solucionar, solo que si no tenemos en claro nuestros orígenes difícilmente podamos avanzar en la reparación de la herencia que el marcobolidismo nos deja.
¡Que la razón ilumine a las nuevas Autoridades por el bien de todos!
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Más sobre la génesis de La Falda

La fuerza del sentido común

Por Alberto E. Moro
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Condensando mi escrito anterior sobre este tema, deseo reforzar y hacer pública mi convicción de que cualquier fecha que se tome como punto de partida oficialmente aceptado para la ciudad de La Falda que sea posterior a la apertura del Hotel Edén, es inconveniente y está fuera de lo que comúnmente denominamos sentido común.
Es decir, está fuera de lo esencial, de lo evidente, de lo irrefutable, como lo es la circunstancia de que un descampado con el nombre genérico de “estancia” se convirtiera en un pueblo a partir de la fundación del Hotel Edén. Es tan obvio esto, que hasta la machacona publicidad de hoy referente al lugar turístico de ese nombre, repite incansablemente “Visite el Hotel Edén, el nacimiento de un pueblo”.
¿Cuáles fueron las razones, sino ésa, por las cuales el viejo edificio fue declarado oficialmente “Monumento Histórico” de la Provincia de Córdoba? ¿Hay alguna duda de que recibió tal calificación por haber dado origen al pueblo, hoy ciudad, de La Falda?
Insistir en regulaciones convencionales de la historia o del derecho, no siempre aplicables taxativamente, retrasando así en casi 20 años la real existencia de una acumulación de personas que interactuando entre sí configuran lo que denominamos pueblo, carece de sentido común. Y además, por las razones que ya he explicado en mi texto anterior, no le conviene absolutamente a nadie. Apelando a un ejemplo cercano, ¿diríamos entonces que la ciudad de Córdoba no empezó con Jerónimo Luis de Cabrera, sino cuando se vendió el primer lote, seguramente muchos años después?
Los pueblos son un colectivo de personas, y como a éstas, se les computa la edad a partir del nacimiento y no a partir de su inscripción en el Registro Civil.
Como ya he expresado antes, no hay mucha gloria en el nacimiento de la ciudad, pero cuando menos, concedámosle la mayor antigüedad en el tiempo reconociéndole su calidad de ciudad turística más que centenaria. Con ello no faltaremos a la verdad y nos haremos un favor a nosotros mismos.
Lo contrario, por más rebuscados argumentos con que intentemos justificarlo, nada nos aporta y, seguramente, algo nos quita: el discutible pero valorado mérito de una relativa pero venerable antigüedad.

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