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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

viernes, 18 de septiembre de 2009

La infancia robada

No es para nadie un secreto que niñas, niños y adolescentes son abusados/as de diversas maneras, con fines comerciales (prostitución y pornografía) y no comerciales (abuso dentro de la familia). La ausencia de cifras oficiales, el silencio de los medios de comunicación, la falta de políticas públicas y la lentitud de la justicia para condenar estos delitos aberrantes son la manifestación más evidente del desamparo en que se encuentra nuestra infancia ante hechos que debieran avergonzarnos a todos y a todas.

Uno de los problemas más graves que afronta nuestra sociedad es el abuso y la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes. Latinoamérica está considerada como unas de las regiones del mundo donde existe mayor índice de vulnerabilidad de los derechos de la infancia y la adolescencia. Según cifras divulgadas por UNICEF en el Día Mundial contra el Abuso Infantil:
• 2.000. 000 de niños, son abusados sexualmente cada año en este continente, lo que viene a dar una media de 228 abusos por hora.
• entre el 70 y el 80% de las víctimas son niñas, que viven en la mitad de los casos con sus agresores; otras tres cuartas partes de los mismos son familiares directos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que:
• 150 millones de niñas y 73 millones de niños han padecido alguna forma de violencia sexual.
El “Estudio sobre violencia contra la niñez” presentado por el investigador Paulo Pinheiro a Naciones Unidas a finales de 2006 revela que:
• anualmente 1.000.000 de niñas y niños son inducidos al mercado sexual, pornografía infantil y otras actividades similares que constituyen violencia contra ellos

El machismo: factor determinante en la violencia sexual contra los niños, niñas y jóvenes.
La explotación sexual comercial infantil y el abuso sexual son realidades subterráneas de las que poco se habla en los medios de comunicación y mucho menos dentro de las propias familias. Las razones por las que a las sociedades les resulta tan difícil reconocer este problema y tomar medidas para erradicarla y a las víctimas les resulta tan difícil denunciarla cuando se produce en el hogar, son complejas. Sin embargo, el resultado de la actitud de no reconocer ni abordar el problema genera un clima social en el que la violencia en la familia se considera algo normal, sin importancia o inevitable.
Entre los múltiples factores de riesgo que no han permitido la disminución del fenómeno del abuso y la explotación sexual infantil podemos señalar: el desconocimiento de los derechos de los niños y adolescentes, la pobreza y la inequidad en la distribución en los ingresos, la desintegración familiar, la discriminación, creencias y costumbres equívocas arraigadas en el imaginario de los pueblos, desconocimiento de los asuntos de género, debilidad de las políticas públicas para con los niños y adolescentes, desconocimiento de programas de prevención y de sitios de atención de las víctimas y, sobre todo, el silencio. Este último factor constituye uno de los que más ha incidido en la permanencia y ocultamiento de la violencia sexual contra la infancia y la adolescencia.
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Son muchas las madres que, aún ante la certeza de un abuso perpretado por sus propios maridos, deciden callar ante la imposibilidad de sostener el hogar en caso de denunciarlo… (Nils Kasterg, Director Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe.

La explotación sexual de la niñez a través de la prostitución es un antiguo problema global. En algunos países ha existido durante siglos, arraigada en prácticas históricas y culturales. La creciente pobreza en América Latina por la caída de los precios de productos de exportación tradicionales y los efectos que tienen en su economía los sucesos globales violentos que afectan otras
áreas no tradicionales como el turismo, han pulverizado las redes de desarrollo social en áreas claves como la salud y la educación. Esto facilita la explotación de niños y niñas a mayor escala, encubierta por patrones culturales y condicionamientos de género sobre el lugar que la mujer, las niñas, niños y adolescentes ocupan en la sociedad.

Nombrar para echar luz sobre este oscuro asunto:
• Abuso sexual: es el aprovechamiento de niñas, niños o adolescentes para su participación en actividades sexuales por parte de una persona dotada de autoridad y poder reconocidos por la persona abusada, que se encuentra en situación de desigualdad.
• Explotación sexual comercial: implica una actividad económica, comercial y mercantil por la cual se somete a los niños, niñas y adolescentes al comercio y la industria del sexo. Trasciende el ámbito familiar aunque no lo excluye y tiene alcances nacionales e internacionales. El turismo sexual y la pornografía infantil son ejemplos de ella.
La Declaración y Agenda para la Acción del Congreso Mundial contra la Explotación Sexual Comercial de la Niñez proporciona esta definición:
“La explotación sexual comercial de la niñez es una violación fundamental de los derechos de la niñez. Abarca el abuso sexual por parte del adulto, y remuneración en dinero o en especie para la niña o para una tercera persona o personas. La niña es tratada como objeto sexual y como mercancía. La explotación sexual comercial de la niñez constituye una forma de coerción y violencia contra ésta, equivale al trabajo forzado y constituye una forma contemporánea de esclavitud.”

Una voz que no calla

Martha Pelloni, la religiosa que jugó un rol decisivo en el caso de María Soledad Morales que terminó con el reinado de los Saadi en Catamarca está radicada en Corrientes y sigue dando testimonio de una incansable labor contra la explotación sexual, la trata, las adicciones y el tráfico de personas. Ahora lo hace desde el Foro Social Infancia Robada de Gualeguaychú. Pelloni aclaró que denominan al foro como “infancia robada” porque “quitarles la niñez, desde lo psicológico, lo sexual, su vida de juego, lo más precioso que es la infancia, es matarlos”. Ella prefiere no hablar de “prostitución infantil” porque “el niño o la niña no se prostituyen sino que son explotados/as” y se refiere al abuso sexual doméstico como un hábito cultural que “está unido a la pobreza, pero no a la pobreza material sino a la falta de promoción humana que hace que las mismas madres exploten a sus hijas por unos pesos”.

Esto pasa en el mundo pero también… en nuestra región!!!
En este mismo semanario, se publicó el 19 de agosto la nota Delivery de Pornografía. Los niños en situación de riesgo social referida a una investigación policial realizada en Valle Hermoso que confirmaba la existencia de una red de prostitución infantil, de producción y comercialización de pornografía. La Fiscalía de Cosquín ha tomado intervención en el asunto. Sería bueno saber cómo sigue este caso…

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