Nombre:
Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 14 de junio de 2012

Despenalización, descriminalización, en el debate público reflexivo y necesario.

Una visión desde la función preventiva de los pediatras. Nuevamente un tema de orden nacional de gran trascendencia ocupa la atención de todos los sectores de la sociedad, con aportes de diversos orígenes procurando esclarecer, reflexionar, en una problemática que tiene a los niños, adolescentes y sus familias en el centro de las preocupaciones comunes. Por lo tanto como pediatras comprometidos con el bienestar físico, mental y social de nuestros pacientes y de la infancia y sociedad en general el problema no nos puede ser ajeno. El niño o adolescente expuesto a las drogas psicotrópicas legales o no (DP), duras o blandas, en riesgo de uso, abuso o dependencia, se encuentra dentro de un contexto, un ambiente, donde también se encuentran otros modelos adictivos no menos preocupantes por sus efectos presentes o pretéritos en su salud. Muchas veces la atención se concentra en el efecto nocivo de las DP actualmente ilegales, cuyo daño especialmente en el sistema nervioso central es más pronunciado, ignorando que la droga legal alcohol es la que tiene una relación más estrecha con las muertes y lesiones “accidentales”, o por violencia y aún las autoinfligidas. Y no muy lejos también se encuentra el tabaco, señalada como una de las principales vías “de iniciación”. Si con las medidas de despenalización o descriminalización en debate, lo que se intenta es romper su relación con el narcotráfico y permitir su acceso a esas sustancias con un control normalizado, se procuraría afectar uno de los factores de riesgo concurrentes al drama de las drogadicciones, que desde luego no es un riesgo menor. Se elimina una relación que en nada lo beneficia y que incluye delinquir para obtener el dinero y pagar su costo. Se denomina a esta estrategia “reducción de daños”. Quedan algunos interrogantes que deberíamos conocer. ¿Quien sería el nuevo proveedor de las DP? ¿Desde que edad? ¿Que cantidad? Serían las preguntas que seguramente entrarán en el debate. Si con las medidas mencionadas se aleja el riesgo de que sea la policía la que retenga a un niño o adolescente por posesión de esas sustancias, que lo ponga en contacto en su encierro con los individuos más comprometidos con el narcotráfico, lógicamente que interpretar la iniciativa positivamente y solicitar que toda la fuerza de seguridad procure concentrarse en alejar a ese narcotráfico, de las familias y de los niños. El gran tema de debate que deberá prevalecer es el de qué tendría que hacer la sociedad en su conjunto para que ningún niño este expuesto a esas sustancias, que no necesite de las mismas para ingresar al ritual inclusivo de grupos de pares; que sus necesidades afectivas, emocionales, pedagógicas, económicas, etc. sean el motivo de la búsqueda de su alivio o una falsa solución. Y fundamentalmente una estrategia sanitaria como parte de un modelo económico social inclusivo, que ponga el acento en los niños y adolescentes de los vecindarios con mayor vulnerabilidad social. Tal estrategia debería incluir alternativas educativas, laborales, de ocio, deporte y esparcimiento, recuperación de las bases culturales de los pueblos originarios, cuidado del ecosistema, apuntalamiento de las redes solidarias tanto en cada conglomerado urbano como sistema de apoyo regional. ¿Cual sería el aporte pediátrico (de todo el equipo de salud que acompaña a los niños y niñas en el cuidado de su salud) a este modelo saludable con el fin de no ser observadores pasivos de una cadena de eventos que conducen a las adicciones, al uso, abuso y dependencia de drogas? Comprende varios aspectos: a- Recuperar el sentido de la Atención Primaria de la Salud (APS), de una relación privilegiada longitudinal desde el nacimiento y ampliada a la familia y el ambiente tanto físico como social. Y APS incluye también las Atenciones secundarias (Reparación) y terciarias (Rehabilitación). La integración de los equipos con profesionales de la salud mental y trabajadores sociales es fundamental en ese propósito. b- Procurar que el enfoque centrado en el niño y su familia, incluya la promoción de pautas saludables y seguras de crianza, desde la lactancia materna en adelante, respetando las culturas alimentarias ajenas al modelo consumista y mercantilizado. El agua debería haber sido elegida como la bebida nacional y no una alcohólica. c- Detectar precozmente los modelos adictivos que abierta o sutilmente van permeando las conductas familiares, en cuanto a tabaco, alcohol, ludopatías, micro o macro pantallas, advirtiendo los riegos potenciales de los mismos. d- Afrontar y referir precozmente los problemas de salud mental que condicionan situaciones de dependencia, conflictividad excesiva, violencia y problemas de integración escolar, social o laboral. e- Evitar el uso innecesario de medicamentos promovidos por el mercado y sin validación científica, en la asistencia de problemas menores de salud. f- Contar con lazos estrechos de relación con los sistemas locales, tanto sanitarios como educativos y de organizaciones solidarias de la propia comunidad en la implementación de estas estrategia preventiva. g- Aportar información epidemiológica que permita conocer la magnitud del flagelo, en cada edad, en cada ambiente, permitiendo de ese modo desarrollar la estrategia preventiva con la mayor objetividad posible en las prioridades a enfrentar. El desafío es grande, nuestro aporte quizás esté lejos de ser el pilar fundacional de una comunidad libre de drogas, pero nuestro granito de arena no puede ni debe estar ausente. Somos concientes del grave efecto de las DP en la salud de los niños, vemos, asistimos y procuramos reparar sus consecuencias, e independientemente de las decisiones que se tomen desde el punto de vista legal, de su grado de permisividad o prohibicionismo sancionatorio, lo que no podemos dejar de aseverar es que prevenir es mil veces más efectivo que reparar daños a veces irreversibles. Benjamín Malamud Pediatra.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio