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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

jueves, 7 de junio de 2012

Desde la necesidad, a la utopía

De repente, casi sorpresivamente, digo casi, porque quienes están auscultando permanentemente lo que va sucediendo en la comunidad, conocen, en alguna medida, lo que se está gestando en los diversos niveles que la conforman, aparecieron los hechos no deseados trasladándose al conjunto. Es así, como surgen los primeros mensajes informativos de conformaciones de jóvenes con actitudes y conductas antisociales, y sucede porque la presión lo exige, es un elemento emergente que ya no se puede obviar, que hay que considerar, que hay que estudiar, y buscar los canales de intervención que puedan morigerar el impacto negativo que puedan provocar, no solo por la salud social de esos núcleos, sino también con el ánimo de prevenir un avance generalizado. Una muestra de esto, y ya en otro nivel, son los sucesos que se han dado en un establecimiento de enseñanza secundaria, donde por estas horas, se instrumentan controles sistemáticos para impedir el avance de situaciones no deseadas, con la esperanza de estar llegando a tiempo ¿será así?. De por medio, una pelea callejera a la salida de los centros de diversión, vaya paradoja, deja como saldo una intervención violenta y una víctima con una discapacidad permanente. Apenas días después, un anciano deja su domicilio y desaparece, y los miembros de su familia en la búsqueda infructuosa, plasman una imagen de un sector de la sociedad que como un maldito collage integra ladrones, prostitución y drogadependencia, en una suerte de composición mafiosa que vive a expensas del “apriete” al eslabón más débil de la cadena de ingresos. Es una eclosión de hechos perjudiciales que necesariamente, como sociedad, deben llevarnos a la reflexión. Indudable, que todas las miradas se centran en el Estado, es quien debe regular la vida de relación en una comunidad. Pero, nos encontramos, expresado taxativamente por integrantes del Poder Legislativo, aquellos que tienen la máxima representatividad ciudadana, en que este Cuerpo, advertido de las situaciones sobre las que tiene que trabajar, lo está haciendo sobre las normas que aparecen perimidas porque en veinte, veinticinco años, poco se ha hecho por seguir los cambios que se han incorporando a la cosa pública y mucho se ha dispuesto a criterio del funcionario de turno, en lo que podría interpretarse como un “piedra libre para todos los compañeros” o para algunos “según respondan”. Es así, como esos funcionarios, que obviamente solo han respondido a sus intereses o al de su sector, nunca, con el ojo avizor, puesto sobre el conjunto, convirtieron, como alguna vez lo hemos señalado, al Estado en el máximo infractor de lo normado. Es ahora, cuando se intenta ordenar, que las vetustas Ordenanzas se estremecen ante la cantidad de derechos adquiridos por el uso y las costumbres que nunca respetaron normas, y esto crea conflictos, porque el infractor aduce a mi me dijeron que así había que actuar y se cae en lo abstracto, porque habría que ir a discutir con quien ya no está, con el irresponsable que se fue. Y el otro, el que entiende que debe responderse a un ordenamiento, lo admite, pero exige, de forma inmediata, que los históricos infractores se avengan al régimen. Difícil, rayano en lo imposible, por cierto, lograr el consenso, pero hay que extremar la diplomacia y la paciencia, hacer ver los beneficios del ordenamiento y hacer notar que ya no sólo se trabaja en la coyuntura, sino que se avanza en la concepción de un proyecto innovador con visión de futuro, audaz en su proyección por ser integrador de diversas corrientes de ideas. Es aquí donde se produce la bisagra, para que no vuelva a hablarse de comunidad en estado de deterioro por la falta del ejercicio político de gobernar para el conjunto. Es este el momento propicio, para sin miedos, sin recelos, generosamente, provocar la integración de todo el arco político, sin distinción de banderías, al hacer. Convocar a las reservas intelectuales, voluntariosas y experimentadas, que tienen todos los partidos políticos, y sectores políticos independientes, a sentarse a la mesa del consenso, sin temerle al disenso. Cuando escribo esto, me recuerda a alguna iniciativa similar que planteamos en algún momento, hace unos cuantos años atrás, que tuvo su avance y que creo fracasó porque estábamos muy cercanos a un proceso eleccionario, fue, realmente, un desperdicio haber perdido esa oportunidad, hoy, esas condiciones no están dadas, estamos lejos de una elección, de ese espacio que genera tantas susceptibilidades, y es menester aceptar que nos encontramos en un punto de inflexión, de necesidades reales de surgimiento de nuevos esbozos de pensamiento, de soluciones para problemas de índole diversa, de proyección de imágenes y perfiles de futuros dirigentes, que luego, seguramente, serán atraídos por las expresiones partidarias más afines, pero que inicialmente pueden aportar a la generación de Políticas de Estado que deban ser respetadas y continuadas por cualquier entramado político que se haga del gobierno municipal. Vuelve a sonarme utópico, como en aquella oportunidad, pero, tal vez, pueda incidir, en esta ocasión, que se vislumbran tiempos difíciles o, y bienvenido fuese, que la madurez política que se alcanza a percibir en algunas mentes que conjugan lo político con lo técnico puedan conformar y esgrimir los conceptos que cautiven y convenzan a los menos dispuestos, a los mezquinos y remolones, que es tiempo de unificar criterios, de aunar esfuerzos, de compartir logros, en aras del engrandecimiento de esa ciudad que dicen amar, pero a la cual no se entregan. N.H.

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